La serie de Netflix basada en el videojuego League of Legends está despertando verdaderas pasiones. Te analizamos por qué es una de las mejores de 2021Penúltimo bombazo de Netflix en formato de serie antes de acabe que el año, Arcane, se ha situado como la serie de televisión mejor puntuada de la historia (¡!) en iMDB, arrebatando el primer lugar a Juego de Tronos (2011), y superando a El juego del calamar (2021) en el mejor arranque de serie en la plataforma-será difícil que iguale las cifras globales de la serie coreana, la auténtica locura en visionados del 2021 junto a las telenovelas turcas-.Obviamente siempre hay mucho truco en estos datos: las puntuaciones de iMDB varían en función del número de votantes -y la animación siempre tiene menos usuarios que la ficción real- y los números de Netflix cada vez son más altos en los estrenos lanzados.. .dado que también tiene cada vez más suscriptores.Pero aún así el hype es innegable en esta nueva producción que adapta a la cada-vez-menos-pequeña pantalla el conocido videojuego “League of Legends” (2009) desarrollado por Riot Games para Microsoft, OS X y consolas.Arcane sitúa su acción en una de las zonas de Runaterra, concretamente en Piltover (zona alta) y Zaun (zona baja). Con lo que de entrada la lucha de clases está servida: en Piltover viven los acaudalados bajo la luz del sol, entregados a la política, la academia y la ciencia. Mientras que en Zaun vive la clase trabajadora, una zona suburbial en continua oscuridad sometida a todo tipo de pillajes y actos violentos. La acción dramática se desencadenará cuando un grupo de chicos de Zaun -hijos de obreros- , liderados por Vi (voz de Hailee Steinfield), roben unas piedras mágicas a un estudiante de Piltover -los ricos-, que está rompiendo el tabú histórico de intentar recrear magia a partir de la ciencia (la lucha ciencia contra magia es otro de los giros de guión llamativos de la serie).El gesto más audaz de la serie pasa por un tratamiento adulto y complejo de personajes y trama argumental: un conflicto ético continuo que alcanza a la familia, al romance, a la política y, de nuevo, a la lucha de clases. Sometida a una acción espectacular continua, con un uso de la elipsis tremendo -ojo al salto temporal que pasa del tercer al cuarto capítulo- y manteniendo una tensión dramática asfixiante a medida que la serie va circulando, Arcane, hace honor a sus expectativas: pocas series hemos visto este año de tal grado de audacia y madurez.Dicha valentía se nota principalmente en la descripción de todos y cada uno de los personajes protagonistas de la serie que, si bien arrancan situándose claramente a ambos lados de la moral, a medida que la trama se entreteje y complica, estos van ganando en escala de grises, así como las propias relaciones entre ellos. El mejor ejemplo, así como el principal andamio dramático de la serie, es la relación existente entre las hermanas Vi y Jynx -qué pedazo de personajes es Jynx y qué bien está representada su esquizofrenia vital-, donde el amor, la envidia y el rencor quedan perfectamente perfilados, añadiendo aún más capas de complejidad a una serie realmente intrincada en lo que a lazos empáticos entre personajes se refiere: Jayce / Viktor, Silco / Vauder, etcétera.Estamos ante una serie río que recorre un buen puñado de décadas donde vemos tanto cambiar a los protagonistas como a sus ciudades y problemáticas. Arcane es una mezcla continua de elementos -cyberpunk y steampunk, lenguaje cinematográfico / lenguaje gaming, animación USA / animación japonesa- y disrupciones -golpes de guión categóricos, personajes que desaparecen cruelmente, narraciones dobles y triples en paralelo- que sin embargo se mantiene como un todo fluido espectacular totalmente alucinante. Y esto, por lo que parece (segunda temporada confirmada), es sólo el principio.