Así es la vida de un gigoló
18 Mar, 2022
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Tres acompañantes de lujo explican sus vivencias con sus clientas, la mayoría mujeres de entre 30 y 50 años


"Sé lo que estás pensando. Yo soy Julian Kay y mi trabajo es el placer" .

Son palabras que mencionó Richard Gere en ‘American Gigolo’. El actor americano abrió con aquella película un universo de fantasía para millones de mujeres y dio a conocer el mundo de los acompañantes de lujo. Prostitución masculina de alto 'standing' que es toda una realidad.


De refugiado a chapero
"He estado con mujeres más atractivas en mi trabajo profesional que en la vida real", afirma David Sanz, que trabaja como gigoló desde hace un año. "La gente acostumbra a pensar que las mujeres que solicitan nuestros servicios son mujeres mayores y desagradables. Sin embargo, la mayoría son mujeres con un alto nivel adquisitivo que quieren sentirse queridas y escuchadas". Esteban, de origen argentino, lleva más de 10 años en el negocio y en sus actividades ha conocido chicas de todos los perfiles. Por eso introduce un matiz a las palabras de David: "Cuando vas a trabajar, estás expuesto a acostarte con mujeres que no sean agraciadas, ya que las más guapas no necesitan pagar dinero para tener un acompañante".


Ambos gigolós coinciden en que la mayoría de las mujeres que solicitan sus servicios tienen entre 30 y 50 años. "Hace años, los hombres contrataban a otros hombres para sus mujeres. Ahora son las mujeres quienes contratan a hombres para ellas. Las mujeres están cambiando su forma de ser, ya no piden permiso a sus maridos para ser felices", explica Cristian, propietario de la agencia Elite Male Models.


El servicio más solicitado: los tríos
Cristian afirma que "una de la fantasías más comunes en la clientela es la del ‘cornudo’, donde al hombre o a la mujer les gusta mirar al acompañante masculino acostándose con una de las partes de la pareja".


El trío se ha convertido en uno de los regalos más caprichosos de las parejas del siglo XXI. "Hay muchas mujeres que le regalan un trío a su pareja con una mujer para que el hombre invierta el regalo más tarde", explica David.


Aunque pueda parecer que las clientas buscan profesionales para abrir su imaginación a las prácticas más extremas como el sadomasoquismo, la mayoría de ellas solo buscan tener relaciones sexuales sin compromisos. "Es duro sentirse sola todo el tiempo. Muchas de mis clientas fijas solo buscan ser escuchadas por otra persona", comenta David mientras responde a una de sus clientes por WhatsApp.


El primer contacto entre una clienta y un gigoló es a través de webs de anuncios o de una agencia. En ese contacto hay bromistas y curiosos. Sin embargo, "se diferencian rápido", comenta Esteban. Según los acompañantes, una mujer nunca solicita un servicio con menos de una semana de antelación. "Las mujeres necesitan reflexionar antes de acudir a la cita. Además, los bromistas acostumbran a preguntar datos irrelevantes como la medida del miembro del acompañante", señala Sanz.


Los viajes es otro de los servicios más solicitados. "Un fin de semana envié a uno de mis acompañantes a Varsovia todo el fin de semana", indica Cristian. Hay muchos clientes que solicitan los servicios de un acompañante para no viajar solos. "Un 80% de las peticiones que llegan a mi agencia son de compañía. Hay clientes que han pagado 10.000€ y no se han acostado con la chica", explica. "Hay clientes que piensan que todo en la vida vale dinero y contratan a chicas para que los escuchen durante horas" afirma.


Nadie sueña con ser gigoló de mayor
Esteban, el gigoló más veterano y uno de los más conocidos de Barcelona, explica que quería ser profesor de educación física pero los planes no son su punto fuerte. "Cuando decidí irme de Argentina vi que necesitaba dinero y la asistenta social me recomendó trabajar como anfitrión en un club de estriptís de Buenos Aires. Allí acompañaba a las chicas pero no mantenía relaciones sexuales. Cuando llegué a España empecé a trabajar también como modelo publicitario y me ofrecieron trabajar como acompañante masculino. Allí empezó todo".


David conoció el oficio a través de otro gigoló que le ofreció los clientes que pedían el servicio de tríos, ya que él no lo realizaba. A partir de ese momento, Sanz lleva una doble vida que le hace mentir continuamente. "Debo estar mintiendo constantemente porque hay veces que tengo servicios en medio de una cita. Nadie de mi familia ni mis amigos conocen mi segundo trabajo".


Cristian descubrió el mundo de los acompañantes en una fiesta. "Yo estaba bailando cuando una mujer me ofreció dinero por acostarme con ella. Allí pensé: ¿por qué no crear un negocio con esto?", explica.


"Yo no soy nadie para decirle a alguien qué vale. Mi comisión es del 35% sobre su tarifa, ya que mi trabajo consiste en patrocinar a los acompañantes y proteger su intimidad y su integridad", señala el propietario de Elite Male Models. Pero no todo en el trabajo de los gigolós es miel sobre hojuelas. Esteban admite que en alguna ocasión surgen turbulencias. "Una vez me encontré una señora en Madrid que cuando me iba empezó a llorar, recriminándome que solo la quería porque me estaba pagando. Empezó a lanzarme los platos de su comedor y amenazarme. Tuve que ir a denunciarla y explicar a la policía el problema que había tenido", recuerda.


La privacidad es uno de los elementos clave en la relación entre acompañantes y clientes. En las agencias existe un contrato de confidencialidad que comporta una sanción monetaria si una de las partes lo incumple. Además, la agencia protege a sus integrantes mediante dos normas: está prohibido dar información personal y no puedes pedir o hacer nada que no se haya pactado en el plan inicial. "A veces me llegan nombres de clientes que he visto el día anterior en los créditos de una serie de Netflix", explica Cristian riendo.

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