Y de nuevo estás aquí.
Otra madrugada más, sí.
Has vuelto a estallar en mi mente
Como ayer o antes de ayer
Y así, sucesivamente.
Llegan estos momentos de desvelo de tantas veces.
El vértigo colosal de los primeros momentos al empezar de cero.
La presión en el pecho porque despierto de nuestro sueño y desapareces.
¿Por qué mandas a mi corazón a las trincheras del te quiero?
Me hablas, me riñes, me reprochas, te giras, lanzas tu red y me tocas.
Al parecer todo sigue bajo los mismos cimientos.
Con tus besos ficticios no veas como me provocas.
Tu piel y mi piel vuelven a detener el tiempo
Pero cuando abro los ojos por si eres mi verdad.
Todo se vuelve en una quimera.
La habitación se convierte en un huracán de realidad.
Entregaría mi pluma, me mudaría a Marte.
Las huellas de mis zapatos te guiarían hacia una vida entera.
Eres el fruto de mi mala suerte.
Y al olvidarte de mí.
Me pregunto cómo te camuflas en ser la fuerte.
Mis brazos todavía se dirigirían hacía a ti.
Noches de desvelo.
Donde dibujo tu recuerdo en una servilleta.
Donde te imagino, improbablemente, viviendo nuestro duelo.
Donde muestro el fracaso de mi cobardía.
Donde escribo que juntos cruzaremos la meta.
Trescientos sesenta y seis días en los que te convertiste en mi definitivamente quizás.