En una publicación anterior titulada “Miedo a las miradas, miedo a la gente”, el Lic. Fabián Melamed abordó la temática de la ansiedad social, específicamente el Trastorno Evitativo de la Personalidad.
En el presente artículo, vamos a exponer posibles formas de tratamiento y solución para dicha problemática.A modo de reintroducirlos en la temática, cabe destacar que la ansiedad es una emoción normal de los seres humanos, útil, necesaria y adaptativa, pero, ¿qué ocurre cuando la ansiedad se eleva a niveles que no nos permiten desempeñarnos como quisiéramos? ¿Qué sucede cuando le tememos a diferentes situaciones sociales cómo hablar en público, ser observado comiendo, caminando, hablando por teléfono, o diversas interacciones sociales específicas, como mantener una conversación, reunirse con personas desconocidas, o pedirle algo a alguien, un ejemplo de ello podría ser decirle a un camarero que no ha traído el plato solicitado o que hubo un error en la cuenta?
Cuando la reacción de ansiedad excede a la situación amenazante, se siente un grado de malestar elevado y se evitan las situaciones que disparan esta emoción .Podemos decir que la ansiedad ha alcanzado un grado disfuncional, limitando la posibilidad de desarrollo personal y afectando la calidad de vida en general, interfiriendo en el funcionamiento cotidiano.
La ansiedad social o fobia social es el miedo a la evaluación negativa que pueden realizar los demás sobre las propias conductas o cualidades personales. Es el miedo o ansiedad intensa que puede sentir una persona al verse enfrentada a una situación de competencia social, miedo de actuar de cierta manera o de mostrar signos de ansiedad, como ruborización, temblor o sudoración excesiva por ejemplo, que lo humille o avergüence, produciendo rechazo o críticas negativas de otras personas.
Las personas que padecen esta clase de ansiedad, en situaciones de interacción social, se comparan con los demás y recrean la sensación de sentirse inferiores al resto.
En situaciones de interacción social, se activan creencias relacionadas con dos procesos sucesivos, por un lado el peligro de comportarse inadecuadamente y por otro lado, que esta conducta acarree consecuencias catastróficas, rechazo o pérdida de status, produciendo la activación de la ansiedad.
Una persona que, por ejemplo, teme hablar en público, se construye a sí mismo una representación de cómo el público percibe y valora su conducta y apariencia, pensando que esa evaluación es negativa, y que el propio desempeño no alcanza a cubrir las expectativas del público, las cuales para el fóbico social suelen ser muy altas.
Esta ansiedad produce activación fisiológica (transpiración, ruborización), junto con la aparición de pensamientos automáticos negativos como si fueran hechos. En estas situaciones que provocan ansiedad la persona coloca la atención en detectar señales de evaluación negativa del entorno, por ejemplo si se está hablando delante de varias personas y una persona está usando el celular o bosteza, se considerará ese hecho como indicador de que la persona está aburriendo con su discurso, que no es interesante o cualquier otro pensamiento relacionado con su propio desempeño, en lugar de evaluar otras alternativas no relacionadas consigo mismo que expliquen esa conducta. En cuanto a la activación fisiológica, las personas con ansiedad social tienden a sobreestimar la visibilidad de su ansiedad. El intento por controlar estas reacciones físicas como así también ubicar la atención en los pensamientos negativos mencionados anteriormente, pueden efectivamente interferir con la tarea a desempeñar, como podría ser quedarse en blanco al hablar en público.
Tanto la farmacoterapia como la psicoterapia constituyen los dos abordajes asistenciales habituales para el tratamiento de estos pacientes. La psicoterapia basada en procedimientos cognitivo-conductuales ha demostrado efectividad obteniendo buenos resultados en el tratamiento y en el mantenimiento de la estabilidad de los mismos. Los tratamientos comienzan con psicoeducación sobre el trastorno, brindando información al paciente sobre los mecanismos que sostienen la ansiedad, la relación entre pensamientos, emociones y conductas y la identificación de las conductas de evitación que emplea el paciente para regular el nivel de ansiedad pero que finalmente contribuyen a mantenerla.
Las técnicas más utilizadas por este enfoque de psicoterapia son la exposición y la reestructuración cognitiva. El permanecer en situaciones ansiógenas disminuye la ansiedad porque se desconfirman las creencias que la sostenían. La exposición se realiza conjuntamente con la eliminación de las conductas de reaseguro como la evitación y distractores para potenciar las capacidades de afrontamiento en la situación temida. Mediante la reestructuración cognitiva se busca entrenar la paciente para promover la identificación y registro de pensamientos automáticos negativos, como los de ejemplo anteriormente mencionado, y desafiar estas creencias disfuncionales que elevan los niveles de ansiedad. Se efectúa además un entrenamiento en la focalización de la atención en estímulos del ambiente no amenazantes que contribuyan a no interferir con el desempeño social. A su vez se evalúan los déficit reales en la competencia social, los cuales son abordados con aprendizaje y práctica de habilidades sociales.
Los tratamientos de esta patología suelen desarrollarse en forma individual aunque los dispositivos grupales pueden resultar particularmente útiles para el tratamiento de la fobia social.
La complejidad de la perturbación, el tiempo transcurrido desde el inicio y la gran variedad de estrategias adaptativas que el paciente ha desarrollado a lo largo de los años determinan la duración del tratamiento, que suele variar entre seis meses y un año, dependiendo del caso, dado que en general es una perturbación que tiene larga duración, y está asentada sobre el comportamiento cotidiano.