-Si no venís conmigo no me lo llevo-No voy a ir-Entonces se queda-¿Y eso por qué?-¿No vés que se puede llegar a tirar?
El médico y el policía discutían en la calle. Frente a ellos, un joven estaba sentado, un individuo perdido en esta vida con un cerebro consumido y calcinado por el alcohol y otras drogas.
-¿¡Está claramente drogado o borracho y no lo pueden ni siquiera detener!?-exaltó el vecino.-No, no se puede.-¿¡Y por qué!?-la indignación de transeúnte era mayor.-Porque no cometió ningún delito, señor.-Está borracho o drogado.-Eso no es un delito, caballero.
No contento con la situación, el peatón sacó su móvil y buscó en Internet, abriendo la primera noticia que encontró y leyó parte de ella:
«Transitar o presentarse en lugares accesibles al público en estado de ebriedad, en la medida en que no ocasione molestias a los demás -situación que debe ser probada- y que no afecte los bienes jurídicos de terceros.»
Esto en referencia a un juez que liberó a un hombre detenido por andar borracho en la vía pública y que ordenó su liberación al no afectar a terceros.
-Este pelotudo sí afectó a terceros, mirá a esa pobre gente .Los conozco hace años y son honestos y trabajadores y ahora ustedes están dejando en libertad a un loco sin cerebro.
-Señor, le sugiero que se calme y se tranquilice.
-¿Qué yo me calme y me tranquilice? ¿Es usted tarado, oficial?
El hombre había caído en la triste y patética trampa que hacen los uniformados. Cortar una discusión obligando a la otra parte a calmarse y tranquilizarse. Su caballito de escape de todas las batallas es castigar al pobre inocente en lugar de asistirlo.El hombre había entendido y cayó.
-Muy bien, señor. Ahora déjeme que le explique, usted puede pensar y razonar, pero las leyes son así. ¿Son una mierda? Si, pero así son y hay que respetarlas. El hombre es mayor de edad y puede negarse a recibir ayuda médica y estar borracho no es una falta ni podemos detenerlo.
-¿Y para que están ustedes?-preguntó el hombre, ya indignado y con ganas de terminar la conversación con la pared.
-A nosotros nos llamaron y acudimos a la llamada.
-¿Y entonces?
-¿Entonces qué?-repreguntó el oficial.
-¿Cuál es su función?
-Señor, entiendo que esto le indigne, pero esto es así. Usted lo ve ahora, pero nosotros pasamos todo el día, todos los días, acudiendo a llamadas de este estilo y esto -dijo, señalando la escena- fue bastante leve y los damnificados tienen suerte de que el pibe está perdido en la vida y no le haga juicio por daños.
-¿De qué está hablando?
-De eso mismo.
-Entonces, el pelotudo ese le causa todo ese lío a esas personas de bien y encima pueden salir perdiendo.
-Así es. A ese pibe no le vas a sacar ni un peso por la reparación que hay que hacer. Y le repito, usted lo ve ahora, en este caso. Nosotros lo vemos todo el tiempo.
-Entonces ya tienen todo resuleto-dijo el hombre, con una falsa sonrisa, dando por concluida la conversación y volviendo a cargar las bolsas con las compras del supermercado.
El sol bajaba y los uniformados completaron sus formalidades de actas y partieron, para ellos un trámite, para el dueño del negocio un costo que podía ocasionar el cierre.El triste dueño dedicó sus últimas fuerzas del día a limpiar y barrer los vidrios, procurando cerrarlos bajo una protección muy detallada del contenido así nadie se lastimaba. A pesar de lo ocurrido, su cabeza se enfocaba en que nadie sea lastimado por fragmentos y astillas remanentes.Luego colocó un cartel visible anunciando un lamentable cierre temporal por arreglos.
¿En qué nos convertimos? ¿Qué somos? Cada uno vela por su trasero, no existe la ayuda al prójimo ni el interés por el otro. Los médicos de la ambulancia no trasladan al herido porque si se tira de la unidad es responsabilidad de ellos. Los policías no lo ponen en cautiverio y ni siquiera le toman los datos porque si lo hacen se involucran y ya son responsables, solo vienen labran el acta y ordenan a las víctimas que se tranquilicen.¿En qué lugar vivimos para que no podamos vivir en paz?
¿Acaso hemos perdido la empatía?