Que extrañ@ se siente un@ cuando la vida te empieza a cambiar, sobre todo cuando el cambio no lo sabes definir y no sabes en qué punto estás... el no saber si has cambiado contigo o con el resto también es increíblemente desconcertante, sobre todo cuando el cambio se origina en una relación.Te descubres a ti mism@ en un pasillo que tienes que recorrer en busca de una explicación de por qué lo que antes era tan bueno y especial hoy lo envuelve la duda y lo termina matando el tener la sensación de que ese cambio es recíproco .
Llegados a este punto ese pasillo cada vez es más largo y sus paredes se van llenando de lo que parecen ser recuerdos felices del pasado, de cuando érais uno y el número par no formaba parte de esa ecuación. Cuando has recorrido una distancia que parece bastante considerable y llegas al umbral de la puerta, te das cuenta de que en realidad el pasillo no era tan largo, lo alargaba el no saber como abordar esa situación, el no sacar tiempo y poner escusas para no afrontarlo. Al final estás de pie ante una puerta inmensa de hierros retorcidos y oxidados de los cuales cuelga; un cartel que dice: empujar hacia afuera, un felpudo que dice: adelante y un picaporte tan frío que al tocarlo cala bien dentro. En ese preciso momento toda duda se esclarece, el frío lo a dejado todo claro...