Entre las múltiples ofertas de Netflix es posible encontrar, a través de diversos exponentes, una suerte de revival de los thrillers psicológicos y/o eróticos que proliferaban especialmente a fines de los 80 y comienzos de los 90. Desde homenajes directos a Atracción fatal y Nueve semanas y media de Adrian Lyne -quien continúa desarrollando su carrera dentro de las mismas narrativas- hasta guiños a la excelente La mano que mece la cuna de Curtis Hanson, muchas producciones, a través de su estética y sus interpretaciones camp, son la prueba de que esta mezcla de géneros, aunque carezcan de una voz autoral, todavía tienen mucho para decir.
Aquí, una mirada a tres thrillers eróticos para maratonear en un día:
FATALENetflix
Uno de los thrillers eróticos que mejor funcionó en la plataforma fue Fatale, el largometraje de 2020 de Deon Taylor que Netflix incorporó a su catálogo en julio de este año .
Si se hubiese mantenido en ese camino, Fatale pasaba a ser un exponente más de esos relatos en los que la mujer siempre es la victimaria. Sin embargo, se convierte en un thriller un poco más arriesgado cuando explora el pasado de la protagonista, como si fuera una historia de origen con aristas que van desde un retrato desgarrador sobre la maternidad hasta cómo trata el sistema a un tópico clave como la salud mental. De todas formas, el director no logra conjugar bien los tonos y por eso su película oscila entre escenas descabelladas con las que parece divertirse y momentos devastadores donde impera el drama puro.
En el medio, para empantanar un poco más el panorama, Fatale tiene una trama B vinculada a un deseo de venganza de personajes secundarios que desvía la atención de lo que verdaderamente importa: el juego del gató y el ratón de la pareja protagónica, que además tiene muy buena química, condición sine qua non para estos casos.
ACRIMONYNetflix
Dentro de la curiosa y algo cuestionable filmografía de Tyler Perry -una que generalmente gira en torno al personaje de Madea-, Acrimony es uno de sus trabajos más osados y descontrolados, aunque falla cuando cambia de tono y se pone algo ceremonioso en su propuesta de tinte feminista. El film es comandado por una excelente Taraji P. Henson (en un trabajo que por momentos recuerda a su memorable personaje de Cookie en la serie Empire), quien interpreta a Melinda, una mujer de vida acomodada que se casa con el amor de su vida, Robert (Lyriq Bent), y mantiene durante décadas la esperanza de que ese hombre ambicioso con quien contrajo matrimonio eventualmente conseguirá un trabajo vinculado a un invento en el que trabaja compulsivamente.
Mientras tanto, la vida de ambos se ve afectada por la progresiva disminución de una herencia que cobró Melinda, quien decide invertir en los planes de su esposo, sin saber aún que él le es infiel con un viejo amor.
En esos tramos, Perry intenta abrir un debate sobre cómo el dinero repercute en la dinámica familiar y puede terminar desgastando una pareja, hasta que Acrimony da un giro de timón por la mitad de su relato mostrando cómo Robert efectivamente tenía un buen invento en sus manos, pero justo cuando su esposa decide abandonarlo. Lo que viene a continuación es delirio puro e incluye una larga secuencia que remite indefectiblemente a Atracción fatal, y que pone a la protagonista -con quien el espectador podía llegar a empatizar, en gran medida por la actuación de Henson- en el peor de los lugares. Lo que salva al film es la autoconsciencia con la que su director y guionista retrata la historia de una venganza rizando el rizo de lo verosímil hasta finalmente entregarse al absurdo.
ILUSIONES MORTALESNetflix
De las tres producciones que buscan reflotar la atmósfera de los thrillers de los 80 y 90, Ilusiones mortales es la que mejor lo logra. En primer lugar, porque la película escrita y dirigida por Anna Elizabeth James no se toma en serio a sí misma, al igual que Acrimony, pero sosteniendo esa postura durante todo el metraje. En segundo lugar, porque parte de un título trillado y luego nos demuestra que tiene mucho más para ofrecer que lo que aparenta. Asimismo, busca tomar varios clichés del género y darles una vuelta de tuerca (y otra, y otra más) hasta que nos obliga a dilucidar su interesante final que deja la puerta abierta para una secuela.
La actriz de Sex and the City Kristin Davis interpreta a Mary Morrison, una reconocida autora de novelas de suspenso que está atravesando un bloqueo narrativo. Presionada por su editorial para entregar un nuevo best seller, y agotada por cuidar sola a sus hijos mientras su esposo Tom (Dermot Mulroney) trabaja contrarreloj, decide contratar a una niñera para así poder abocarse a la escritura. A medida que empieza a concebir un nuevo relato, la película va mostrando sus cartas con un recurso algo trillado: la confusión entre realidad y ficción de un personaje que vive por (y a través de) sus personajes. De este modo, Mary comienza a mostrarse paranoica respecto a una posible relación entre su marido y la niñera, otro lugar común del cual el film se va apartando para poner el foco en el complejo vínculo que la escritora tiene con la joven que llega a su casa, quien la confunde en varios aspectos.
Ilusiones mortales mantiene al espectador cautivo de esa historia, pero cambia las reglas del juego en un desenlace más que atractivo donde, lejos de concluir con certezas, abre el panorama para generar dudas respecto a quiénes son en realidad ciertos personajes que creíamos conocer del todo.