La Herencia Del Ruiseñor
19 Ene, 2022
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La Herencia del Ruiseñor
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Capítulo 1: Un sobre sin abrir, y muchos parientes en casa.
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Madrid, principios del siglo XX.
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En la calle del número 12, llamada la calle del Ruiseñor, había una antigua mansión. Y ese día, había mucha gente congregada en torno a ella .

Cocheros con sus relucientes caballos, gente de alta alcurnia, hombres trajeados con sombreros de copa, y por supuesto el servicio de doncellas.
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Yo me encontraba entre ellas, mi nombre es Rosa Jacinta Federica, y tras recibir una misiva del ayuntamiento de Madrid, no me lo pensé dos veces, y me presenté junto con mis compañeras en la mansión del número 12 de la calle ruiseñor.
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Una mansión, que según teníamos entendido, estaba prácticamente vacía. Salvo por una cosa. Esa mansión ponía a todos los pelos de punta. Así que aquí estamos, oí que decía uno de los hombres que llevaban sombrero de copa. Un hombre de mediana edad, vestia un esmoquin y portaba una gabardina de color oscuro.
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Su cara era sombría, a pesar de su edad. El pelo corto y rizado, de color rojizo, iba a juego con su bigote. Parecía bastante adinerado, o eso me parecía a mi.
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Mientras esperábamos todos y todas en la entrada de la mansión del número 12 de la calle Ruiseñor, me di una vuelta para ver quien mas estaba esperando en ese momento. Había una cantidad ingente de personas, unas sesenta o setenta, me pareció.
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¿De dónde había salido tanta gente?, ¿los había llamado el ayuntamiento?, ciertamente no lo sabía, lo que si era cierto, es que todos portaban una cosa, un sobre, como el que me había entregado a mi el ayuntamiento de Madrid. La misiva decía que se ofrecía un puesto de trabajo en la mansión de el número 12 de la calle Ruiseñor. ¿Acaso el ayuntamiento había ofrecido trabajo a todas y cada una de estas personas?.


Así, mientras esperábamos todos y todas en la entrada del número 12 de la calle Ruiseñor, parecía que dentro de la mansión, empezaba a haber movimiento. De niña nos hablaban de las mansiones de la capital como baluartes de intención de poder y lujo, obviamente la del número 12 de la calle ruiseñor, no parecía eso, en principio.
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Mansión de la calle ruiseñor número 12. Ocho de la mañana.
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Dentro de la mansión del número 12 de la calle Ruiseñor, todo estaba en calma, su única habitante empezaba a despertarse. En una habitación de lujosa apariencia, alguien estaba empezando a desperezarse. Era una mujer de avanzada edad, estaba recostada en un lado de la amplia cama.
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Lo que no se imaginaba, es lo que cambiaría su vida solitaria a partir de ese día. Su nombre era Gramínea, si, exacto, como la flor de su mismo nombre. Gramínea,se levantó de la cama y mirando alrededor, buscó su bastón.
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Era un bastón de madera negra, con el pomo acabado y ornamentado en una cabeza de león, de marfil. Al encontrarlo, Gramínea, se dirigió a la salida de su amplia habitación, dispuesta a comenzar un nuevo día, de su larga y solitaria vida.
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Iba andando por los largos y amplios pasillos y corredizos de la mansión, como un alma en pena, ataviada con una bata de color verde jade, y el pelo recogido en un moño. A pesar de que los años hacen mella en ella, su porte no lo había perdido, aún se sentía orgullosa y con vitalidad. Pues una Garrido, que es así como se apellidaba, aún era una Garrido.

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