Y cuando ella escribe no lo hace por ni para nadie, lo hace por ella, por que le gusta, porque al hacerlo se encuentra con su yo del pasado, su yo del presente y descubre entre todas esas líneas que las dos se pueden dar la mano tranquilamente. Porque su pasado le acompaña pero ya no le pesa, por que es y se siente libre y liberada, porque solo ella misma tiene el derecho de juzgarse y como tal su conciencia está tranquila... hasta el punto que ante papel y lápiz deja que esta tome el control y se exprese como quiera: escuchando atentamente y mostrando al mundo nada más y nada menos que los ecos de su conciencia.