Las crisis, independientemente de su naturaleza y características son necesarias en la vida. Nos recuerdan que los cambios son constantes, que no todo está seguro, que de nosotros mismos depende el bienestar propio y ajeno, que no estamos solos aunque a veces lo parezca, que además tenemos responsabilidades con nuestras familias, la sociedad, la humanidad, con otras formas de vida y con todo el planeta.
Nuestra primera responsabilidad ante la crisis es lograr la necesaria paz interior .No basta con reconocer que la situación actual es global y multifactorial, hace falta además utilizar los propios recursos internos para auto-armonizarnos y poder transformar la tormenta en tranquilidad. Ello permitirá tener la claridad mental necesaria para comprender la situación y hacernos cargo de las oportunidades que toda crisis esconde.
Extraer oportunidades de la crisis es posible si ejercitamos la capacidad de tranquilizarnos, eligiendo el bienestar por encima de la angustia, la culpa o las preocupaciones. Durante una crisis es común plantearnos la diferencia entre lo que éramos antes y lo que somos ahora, creando un duelo que nos estanca entre la idea de lo que ya no somos y las libertades que hemos perdido. Este proceso es doloroso y nos puede arrastrar hasta el sufrimiento si no actuamos, si esperamos soluciones mágicas o una figura mesiánica, evitando asumir la responsabilidad propia, cualquiera sea su magnitud.
Superar las crisis requiere construir la propia paz interior. Esto es muy importante para poder visibilizar las oportunidades y encontrar motivaciones diferentes a las habituales. Las pre-ocupaciones que nos inundan el pensamiento ante situaciones críticas, constituyen formas inadecuadas de enfrentar el estrés, porque nos llevan a pensar en escenarios imaginarios, generalmente mucho más catastróficos que la misma realidad. Por lo tanto es de mayor utilidad armarse de paciencia, estabilizar nuestras emociones e ir asumiendo las necesidades a medida que se vayan presentando, comprendiendo los procesos involucrados.
También es bueno recordar que ante situaciones extraordinarias se hace necesario asumir actitudes igualmente extraordinarias, que hagan un uso resiliente de nuestras capacidades y habilidades. Ello implica ser valiente, lo cual no significa ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él. Una manera de hacerlo es valorando nuestras fortalezas, habilidades y limitaciones, de manera que sean útiles para replantearnos la realidad. Por eso hacemos las siguientes recomendaciones:
Afronta tus miedos evitando que roben tu paz. Sé amable contigo mismo, ten paciencia, evita la desesperación entendiendo los procesos sin querer solucionar todo de una vez, sobre todo cuando la situación crítica es muy grande o tiene muchas aristas. Todo lo que no se enfrenta de manera positiva duele o atemoriza constantemente, nos resta la paz que necesitamos para analizar objetivamente la realidad y tomar decisiones equilibradas, conscientes, beneficiosas para sí mismo y para otros. Para ello es necesario preguntarse qué está realmente bajo tu control y que no lo está. En situaciones críticas todo aquello que piensan, dicen y hacen los demás está definitivamente fuera de nuestro control o responsabilidad.