Cuando el maquillador Francesco Nars llamó 'Orgasmo' al colorete más vendido del mundo sabía lo que hacía. El famoso 'blush' es conocido por dar a las mujeres el tono saludable que suele aparecer después de una relación sexual satisfactoria. Tras el clímax, la piel de hombres y mujeres se estira espontáneamente al activarse la circulación sanguínea en una especie de lifting natural e integral. Además de esta sensación de plenitud epidérmica, practicar sexo con final feliz tiene otras consecuencias en nuestro organismo. Y todas también felices.
Tener orgasmos tres veces a la semana disminuye un 50% el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares al estimular el ritmo cardiaco, según la web americana Healthcare. La práctica de relaciones sexuales es un buen ejercicio físico (se queman entre 70 y 100 calorías por encuentro erótico) que ayuda a reducir la presión arterial, en concreto la presión arterial sistólica, el valor máximo de la tensión cuando el corazón se contrae. El sexo es, por tanto, un protector natural del corazón. Por eso, en casos de infarto se recomienda retomar la actividad sexual paulatinamente, pero en ningún caso abandonarla.
Las prácticas sexuales ayudan a reforzar el sistema inmunológico, protegiendo nuestro organismo frente a virus, bacterias y cualquier otro agente infeccioso. Durante el orgasmo, crecen los niveles de un anticuerpo llamado inmunoglobulina A (IgA), que actúa como barrera de protección ante los patógenos. Un estudio realizado por el Departamento de Psicología Médica de la universidad de Essen, en Alemania, reveló a través de un experimento realizado con 11 voluntarios que los niveles de glóbulos blancos, los 'guerreros' con los que nuestro organismo lucha contra las infecciones, se incrementaban significativamente después de alcanzar el orgasmo.
Después del orgasmo, nuestro cuerpo produce distintas hormonas relacionadas con la relajación y el bienestar. La primera es la oxitocina, la llamada 'hormona del amor', que nos hace incrementar el vínculo de cariño con nuestra pareja. Esta misma hormona favorece las contracciones del parto y se segrega igualmente durante la lactancia, estrechando el vínculo entre madre e hijo. El sexo también favorece la producción de prolactina, dopamina y progesterona. Todas ellas provocan estados de somnolencia, así como de relajación muscular y mental. El resultado inmediato es una disminución de los niveles de estrés y una mejora significativa en la calidad del sueño. En el caso de las mujeres, los niveles de estrógenos suben después de la práctica sexual, lo que mejora la fase REM, la más regenerativa. Dormir bien también refuerza el sistema inmunológico y previene contra el deterioro cognitivo, según las últimas investigaciones.
Lo contamos hace unos meses: eyacular al menos 21 veces al mes ayuda a prevenir el cáncer de próstata. Según un estudio publicado en European Urology y realizado por Harvard, eyacular a menudo previene esta patología. El estudio, desarrollado durante diez años a una población de más de 32.000 adultos, concluye que los hombres que eyacularon con esta frecuencia tuvieron un 33% menos de riesgo de sufrir cáncer de próstata respecto a los que no lo hicieron. Según los expertos responsables de la investigación, la baja actividad sexual puede incidir en la prevalencia de otras enfermedades. "La frecuencia de eyaculación es en cierto modo una muestra del estado de salud general. Los hombres que estaban en el extremo más bajo de la eyaculación, de cero a tres veces al mes, eran más propensos a tener otros problemas médicos y morir de otras causas diferentes al cáncer de próstata", explica Jennifer Raider, autora principal del estudio.
Si los ejercicios de Kegel te resultan aburridos, practicar sexo es la mejor rutina para mejorar el tono del suelo pélvico. En el momento del clímax se producen contracciones rítmicas e involuntarias de ocho a 15 segundos que elevan toda la zona implicada: ano, plano superficial del suelo pélvico, esfínter uretral y anal. El sexo se recomienda en el tratamiento de la atrofia vaginal y como terapia tras una histerectomía. También es muy recomendable para tratar las pérdidas de orina, un trastorno habitual en hombres y mujeres a partir de los 50 años. En el caso de los hombres, fortalecer el suelo pélvico también servirá para disfrutar de una mejor erección.
Casi como una aspirina. El sexo también es bueno para los dolores musculares, los menstruales y hasta para las migrañas. Un estudio de la Universidad de Münster (Alemania) ha mostrado que el orgasmo es el antídoto más eficaz contra el dolor. La explicación está en las endorfinas que se liberan durante el clímax y que actúan como un analgésico natural, inhibiendo la sensación de dolor. El estudio concluye que el placer erótico anula o al menos minimiza el umbral de dolor. De hecho, existe una interacción en las zonas cerebrales vinculadas al placer y al dolor que explicaría que las experiencias positivas y negativas pueden anularse unas a otras. Sin embargo, el estudio advierte de que para que el sexo funcione como analgésico tiene que ser deseado. El orgasmo no se prescribe como una píldora, aunque pueda tener mejores efectos.