La vida no solo nos duele a los adultos. Los niños también se estresan, se irritan o se sienten dolidos .
No nos damos cuenta, pero los elementos que ponen en marcha la maquinaria de nuestra vida moderna, los ambientes artificiales, las prisas la forma en la que dormimos, comemos y el aire que respiramos pueden llegar a ser verdaderos puñales emocionales.
Sea como sea, es obvio que si aprendemos a gestionar todos esos “contratiempos” que dificultad nuestro desarrollo emocional y que pueden dañarnos, lograremos tolerar mejor las circunstancias de un entorno desfavorable.
Este cortometraje promueve la conciencia emocional como un vehículo primario para cambiar nuestro modo de vivenciar nuestras experiencias sentimentales. Los niños hablan de lo que les hace sentir enfadados, tristes o culpables, de cómo reaccionan y de la manera que tienen de transformar sus sensaciones en positivas.
Para realizar este trabajo de manera completa necesitamos también hablar de lo que nos produce alegría, placer y orgullo, así como de la manera que tenemos de comprenderlos y controlarlos.
Ejercitar nuestro cerebro pensante y saber ponerle palabras y expresión a nuestras emociones nos ayuda a desarrollarnos y a tener éxito en nuestra vida. Porque, si no sabemos hacerlo, probablemente se vuelva en nuestra contra y nos haga vulnerables ante nuestro mundo interno.
Es decir, el vídeo nos muestra cómo traducir nuestras emociones a palabras es una parte vital de su comprensión dado que las palabras se conectan con los sentimientos en sí mismos y las respuestas psicofiosológicas que generan.
En el corto vemos cómo los niños son capaces de alejarse de la situación y mantenerse en el aquí y ahora a través de estrategias de calma que saben definir a la perfección. Es, sin duda, un vídeo con un excelente componente educativo que podemos aprovechar niños y adultos.
Las personas podemos aprender el lenguaje de las emociones a cualquier edad. Lo que ocurre es que, como sucede con el aprendizaje de otros idiomas, lo hablan con mayor claridad aquellos que lo han aprendido de jóvenes.
Pero con lo que nos tenemos que quedar es con eso, que la identificación y la comunicación emocional puede aprenderse y que es un aspecto esencial para obtener relaciones íntimas y satisfactorias.
Una persona que “sabe hablar y escuchar” en esos términos es una persona que puede sintonizar e interpretar una esfera más de la comunicación intra e interpersonal.
Según los datos que aporta Shapiro Lawrence, la comunicación y la gestión emocional componen el 90% de nuestras experiencias vitales. Asimismo, aprender a fomentar la calma, aprender a manejar la expresión facial, la postura, el tono de voz y nuestros gestos es esencial, pues solo el 7% por ciento del significado emocional se expresa por las palabras.
Enseñar y aprender estrategias de control emocional como la respiración, la evocación de imágenes agradables o la relajación a través de música o palabras clave, es primordial. ¿Por qué? La respuesta es sencilla y alude a una razón principal: la ira y la agresividad son dos de los problemas emocionales más comunes hoy en día entre los humanos
La ira y su expresión son alternativas emocionales peligrosas y, por lo tanto, saber resolver un conflicto tratando las emociones que se generan en él es fundamental para garantizar el bienestar social y personal de la comunidad en la que vivimos.
Hacerlo así nos ayuda a “curar nuestra cerebro emocional”, pues conseguimos mantenerlo en equilibrio y que los niveles de cortisol (hormona del estrés) y otras sustancias no dañen nuestro cuerpo ni nuestro cerebro. Por todo esto, merece la pena extraer la enseñanza de cada segundo de este maravilloso vídeo.
Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana el 27 septiembre, 2021.
Última actualización: 27 septiembre, 2021