De la vejez

Está mal el mundo desde hace mucho tiempo.

¿En qué momento exacto se comenzó a adorar a la juventud y temer a la vejez?

¿Cómo es posible que haya continuado por tanto tiempo el desprecio por la vejez, cuando debería ser lo contrario?

A los viejos debería venerárseles y admirárseles por haber llegado tan lejos en el tortuoso camino de la vida; por haber sido capaces de vencer todas las pruebas difíciles que se les han presentado a lo largo de los años.

Se debería dar un premio por cada arruga en el rostro, como si fuera un tesoro encontrado en la búsqueda de la verdad y del objetivo superior de la existencia.

Nadie de 20 años ansía tener el rostro y el cuerpo de un niño de 10 años, entonces ¿por qué tantos ilusos sueñan con tener un rostro y un cuerpo de 20 años cuando ya han pasado de los 40?

¿Por qué las sociedades apoyan esa forma de actuar tan destructiva, que solo fomenta la baja autoestima y el desprecio por sus mayores?

¿Cómo es posible que después de haberse demostrado que las arrugas no pueden desaparecer con cremas, esa sea, hoy en día, una industria multimillonaria?

La obsesión por no tener arrugas después de los 40 años es actualmente, causa de depresión y de suicidio.

Creo que en este siglo XXI el ser humano ha llegado a su máxima degradación y al mayor desconocimiento de su potencial, por no ser capaz de apreciarse a sí mismo, ni de tener el mínimo respeto por la condición de octogenario, en muchos casos.

Corresponde a los jóvenes de hoy comenzar un cambio en la forma de ver el éxito, y ser capaces de cambiar todas las “leyes” no escritas que “obligan” a la mayoría de las personas, a condenar lo que debería ser orgullo y alegría: llegar a casi un siglo de existencia mostrando, con libertad y desenfado, los cambios físicos que se producen con el paso del tiempo.

La vejez es privilegio y como tal, debería apreciársele. .

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