Estaba tan rota pero nadie lo veía, anhelaba que alguien le ayudara pero nunca sucedió y así paso las noches sola entre cuatro paredes de agonía,  luchando con la tristeza, soledad y ansiedad que sentía. Marchitandose asi cada vez más, cayendo en la oscuridad de una depresión llena de tormentos, aquella que nadie sospecho tras una sonrisa forzada en el día pero que la noche se derrumbaba .

Solo  la acompañaba su almohada, su fiel amiga, quién recibía  siempre sus lágrimas más no era suficiente para disminuir su aflicción. Entonces cayó en un vacío lleno de dolor que calmaba con hermosas cortadas en su piel, pues algo de eso la aliviaba, por ello era una incomprendida.

Ante la sociedad  era una buena persona, empleada e hija pero se sentía miserable, sus días eran estresantes y el cansancio la sumia en pensamientos suicidas, de suplicio y pesadillas, algo que trataba de ignorar porque quería vivir plena pero no sabía cómo.

Temía preguntar o contar a alguien lo que le angustiaba, sin embargo guardaba la esperanza de que alguien se preocupará por ella y aunque era consciente que la vida es dura, estaba tan rota que sentía en su mayoría que no podía seguir.

El tiempo se convirtió en su verdugo y continuo con su dolor, haciendo que muchos se aprovecharon de eso, cortando más sus alas y quebrando su espíritu. Así que se convirtió en un ser herido que anhelaba amor y comprensión que aunque lucho solo tuvo un final trágico que combinaba con el color de las rosas.