UN SELAH DE GARANTÍA, Salmos 3:3-4
9 Nov, 2021
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Mas tú, Jehová, 
eres escudo alrededor de mí;
mi gloria, y el que levanta mi cabeza. 
Con mi voz clamé a Jehová,
y él me respondió desde su monte santo. Selah
Salmos 3:3-4 

REFLEXIÓN: 

Selah, se hace el silencio... 
Y David se afianza en la certeza de su identidad como protegido de Dios. 
Como un escudo que le rodea, no dejando espacio de acción al atacante,(no habrá protección más eficaz con quien mantenerse firme, sino el Señor.)
Cualquier otro hombre se estaría lamentando, lanzando puñetazos al aire o patadas en desespero... 
Pero David contrasta de la lógica humana y siente la gloria .
El Señor lo mantiene, sostiene y alienta. 
Selah, y en el silencio, David se insta a un erguir de cabeza, por cuanto le identifica Cristo. 
Equivocáramos al pensar que es meritorio suyo, sino más bien lo es de Quien le contesta en sus clamores, Soberano Rey que no desoye a los suyos, en Él todo clamor tiene respuesta. 

APLICACIÓN: 

¡Qué fácil es decir al Señor "Tú eres escudo alrededor de mí"! Pero ¿Qué implica tal afirmación? 
Tener al Señor por escudo implica pertenecerle, y esa pertenencia implica fidelidad y servicio a Él. 
Medito y pienso en la aplicación... 
No puedo esperar una protección cuando le quito de mi vida devocional para ocuparlo en lo secular. ¿Qué me identifica? Aquello con que me identifique es mi escudo, ¡mi escudo ha de ser Cristo! 
Ya basta de lamentarme en medio de la adversidad, un lamento no soluciona nada, más bien empeora la situación centrándonos en la autocompasión, ¡peligro de caer en desánimo! 

ACCIÓN: 

Señor, en Tu Palabra Tú me dices: 

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."
Hebreos 4:15-16 

Hoy me aferro a Tu Palabra, sabiendo que atiendes el clamor de tus hijos. Y como David clamó le respondiste, yo clamo confiadamente, sabiendo que hallaré gracia desde Tu trono, para misericordia Tuya y para oportuno socorro. 
Me aproximo a Ti con corazón arrepentido por mis desplantes y mis desánimos, por prestar más atención a mis problemas que al mayor de los escudos que existe y me rodea, que eres Tu, amado Señor Jesucristo. 
Pongo en tus manos mi situación y, a partir de ahora cambiaré mi lamento en gozo y alabanza, erguida mi cabeza, ¡reflejando el carácter de Cristo! postContentImage
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