Fue fundada por colonos griegos provenientes de las colonias de Massalia y Enporion, llamando a la ciudad Cliópolis en honor al fundador, Zenón de Massalia, el cual levantó un santuario a su legendaria antepasada, la musa Clío. Alrededor del santuario, que con el paso de los años y los siglos se convirtió en templo dedicado a la musa, se levantaron el ágora, la acrópolis y el puerto de la ciudad.
En tiempos de la segunda guerra médica y en el siglo de oro ateniense, Cliópolis era la joya del oeste, una metrópolis de conocimiento, comercio y sabiduría que rivalizaba con la mismísima Atenas.
Aristóteles la definió como "luz del occidente", y muchos creen que Alejandro Magno planeaba peregrinar a Cliópolis cuando murió de manera repentina.
En el contexto de la Segunda Guerra Púnica, Cliópolis se puso bajo la protección de Roma para evitar un enfrentamiento directo con Cartago, y una vez acabada la guerra Cliópolis se convirtió en una importante colonia romana.
Mantuvo su estatus de sede del conocimiento del mediterráneo occidental, y a su academia fueron a formarse todos los emperadores de origen hispano.Tras la conversión del imperio al cristianismo, fanáticos religiosos quisieron destruir el templo y la biblioteca de Clío y todo lo que representaba.
Atacaron con antorchas ese lugar, pero justo cuando parecía que iban a entrar por el portón y destruir la estatua de Clío, un terremoto sacudió la isla entera, acompañado de una tormenta que fulminó a cientos de fanáticos cristianos, hasta que estos se dispersaron.
Pero tanto los libros como el templo y la estatua de la musa se mantuvieron en su sitio. ni un simple pergamino se cayó de su estante, ni la estatua sufrió daño alguno.
Este episodio se volvería a repetir en el saqueo de los visigodos en la ciudad, cuando el líder de quien dirigía a los saqueadores, Arnulfo el Rojo, fue sepultado por la caída del muro de una casa que estaba a las puertas de la biblioteca, o de la vez en la que en el año 743 los musulmanes que partieron desde Balansiya en una expedición para destruir ese templo pagano fueron sorprendidos en una tormenta de camino a la isla.
Ya a esas alturas se creía que Dios protegía ese santuario pagano, quizá porque no estuviera dedicado a una diosa, sino a una santa. Es por ello que cuando llegaron los musulmanes decidieron respetar el templo, surgiendo alrededor de este templo todo el barrio cristiano de Madina Cliuyya.
Se desconoce cómo es posible que, dado el rechazo del islamismo hacia la adoración de las imágenes y las representaciones humanas, la estatua de Clío sobrevivió al periodo musulmán.
Según algunas fuentes se debía a que los gobernantes preferían que la comunidad cristiana no se alzara en contra de ellos. Otras fuentes, más supersticiosas, aseguraban que la estatua estaba encantada.Lo único que es cierto es que la estatua de Clío estuvo intacta.
Sería más o menos por esa época cuando empezaría a fraguarse el culto a la Santa Clío, un sincretismo de las prácticas religiosas y los rituales llevados a cabo hasta, al menos de manera registrada, el siglo XI, llevadas a cabo por el culto mistérico de Clío.
Este culto era una sociedad religiosa que consideraba la memoria, el conocimiento sobre lo ocurrido en el pasado, la memoria histórica, el respeto hacia los antepasados y la gloria como las más altas virtudes a las que el Hombre puede aspirar.Este culto sobrevivió bajo apariencia de un culto católico que sigue las enseñanzas de una santa que, aun siendo de origen pagano, demostró devoto servicio a Dios al bajar de los cielos para inspirar la inscripción de las grandes hazañas de los héroes y los más combativos pasajes de la biblia.
El culto se extendió por el mundo cristiano a través de las relaciones comerciales con Nápoles y Barcelona, encontrándose en la actualidad multitud de santuarios y capillas dedicados a la santa.
En la década de los ochenta del siglo XX saldrían a la luz unos documentos datados entre los siglos V y IX que demostrarían que la formación del culto a Santa Clío fue una estratagema de las autoridades de la isla, el sacerdocio del templo de Clío y la propia ciudadanía de la ciudad para mantener la integridad de sus hogares durante varios siglos.
Prácticamente toda la comunidad que no se convirtió al islamismo fingió ser católica convencida que rezaba a una santa enviada por Dios para guiarles por el buen camino, mientras que en sus casas mantenían sus creencias paganas.
La farsa había quedado tan bien hilada que se convirtió en realidad, y se convirtieron en una comunidad devota de Santa Clío, creándose una secta secreta que más tarde se vincularía con la masonería que mantendría a salvo las antiguas creencias grecolatinas precristianas de la adoración a la musa Clío.
Este grupo sería conocido como El Círculo de Madre Clío.Tras la consquista de Madina Cliuyya por Jaume I de Aragón, tanto la isla como la ciudad cambiaron su nombre a Santa Clío, pues tal era la devoción a la santa que también se había extendido su culto por todo el norte y este de la península ibérica, y reconocida desde tiempos del papa Eugenio III como santa de la Santa Iglesia Católica.
Además del santuario de esta isla, se encuentran otros santuarios igual de importantes en toda Europa, como el construido en Dragør, Dinamarca, o el de Traunstein, en Alemania.
Jaume I de Aragón veía la adquisición de Santa Clío como una cruzada en recuperación del santuario de Clío, por lo que en 1233 conquistó la isla de Madina Cliuyya, renombrada como Santa Clío, de capital homónima, y formando parte de la Corona de Aragón hasta la Guerra de Sucesión.Santa Clío se convirtió en una provincia más del Reino de Valencia, y de ella el Culto de Santa Clío, reinstalado en el mundo cristiano, se volvió a expandir por toda la península.Y la estatua de Clío se mantuvo en pie.
El culto a Santa Clío se vio fuertemente atacado por todas partes durante la reforma protestante y las posteriores guerras en Europa.
Por otra parte, llegó al Nuevo Mundo, donde caló bien hondo, y tuvo gran peso en la guerra de independencia norteamericana, y más tarde en la independencia de las colonias españolas del centro y el sur de América.
Se podría decir que Santa Clío había conquistado los corazones de todos los americanos, sin importar si estos corazones eran católicos o protestantes.
A lo largo del siglo XIX el culto a Santa Clío llegó a tener mucha más fuerza en Europa debido al renovado interés por el estudio de la historia.
Se llegó a dar un extraño fenómeno social que el historiador Martin j. Graham acuñó como "laicización de Santa Clío", por el que los pensadores que hicieran un estudio histórico se veían inspirados por Santa Clío, no como una santa al uso, sino como una inspiración, una motivación a realizar un correcto estudio del pasado.
Parecía que Clío había renacido como musa.En estos años, la universidad de Santa Clío obtuvo un prestigio que no se había visto en ningún otro lugar de España en toda su historia.
Se creó por aquellos años la Facultad de Arqueología e Historia, en la cual se instaló la ancestral estatua de la historia en la sala de entrada, recibiendo a todos los alumnos y profesores con gesto amable.
Fue el rector de la universidad, Augusto Ferrer-Bueno, el que ideó la creación de esta nueva facultad exclusiva para los estudiosos de historia, y del que se guarda tanto cariño que se bautizó al salón de actos con el nombre de la Sala Augusto Ferrer-Bueno, y en la plaza del ayuntamiento se alzó una estatua de bronce suya en el año 2000.
Actualmente la facultad sigue guardando el mismo prestigio y está a la vanguardia de los estudios históricos en los campos del mundo clásico, egiptología, estudios medievales y arqueología.
En la segunda república la importancia de Santa Clío fue reconocida por el gobierno, en parte porque muchos de los integrantes del gobierno del primer bienio se habían formado en su universidad.
De hecho, el movimiento republicano y socialista era muy fuerte en la Isla de Clío, mucho más que en el resto del país, y es donde más oposición tuvo el gobierno del segundo bienio.Estalló la guerra civil, y Santa Clío se vio involucrada. Los bombardeos fueron incesantes durante todo este periodo, y gran parte de la isla se vio afectada.
Se calcula que dos tercios de la población de la isla, entre soldados y civiles, perdieron la vida en los enfrentamientos. Aun así, las fuerzas republicanas resistieron, y repelieron al ejército sublevado en la Defensa de Puntarroca. Puntarroca es un pueblo grande del sur de la isla, crecido alrededor de la fortaleza homónima. La fortaleza de Puntarroca fue mandada construir por Carlos I y terminada por Felipe II para prevenir del ataque de los piratas de berbería a la isla.
Durante casi tres siglos Puntarroca cumplió con su objetivo, y en el 38 volvió a ser puesta a prueba por el General Carlos Sanleón, el cual fue destinado a tomar la isla de Santa Clío en la llamada Operación Cruz Hojas de Laurel, en referencia a la cruz consagrada a Santa Clío.
De la defensa de la plaza se encargó la oficial camarada María Elena Fuster. El bombardeo de los aviones enemigos y el desembarco anfibio castigaron con dureza las defensas de los republicanos, pero estos aguantaron todo lo que se les echó encima, aun teniendo escasos recursos.Sanleón era un prestigioso militar de carrera, pero Fuster tenía más hombres y era una conocedora de las tácticas de guerrillas y emboscadas. Supo dirigir a su brigada con determinación y pudieron hacerse con tres tanques del bando sublevado, los cuales utilizaron contra el enemigo con brutal efectividad.
Sanleón iba a ordenar un quinto ataque masivo, el cual sin duda habría sido ya el definitivo para hacer suya la fortaleza, y con ello la totalidad de la irreductible isla. Pero una vez más, se hizo el milagro.
Una tormenta que no se veía desde hacía décadas cayó sobre la flota de los sublevados y sus aviones, como si el mismísimo Poseidón hubiera golpeado a las fuerzas de Sanleón con su poderoso tridente.
Los aviones fueron derribados por furibundos rayos y la mitad de los barcos fueron hundidos por las olas o por los corales y las rocas del fondo. Sanleón se vio obligado a ordenar la retirada y la vuelta al puerto de Málaga. La tormenta destruyó su barco antes de llegar al territorio sublevado. Nunca se encontró su cadáver.Los defensores de Puntaroca no recibieron ningún daño porque la propia fortaleza había sido diseñada para resistir los embates de las olas y las tormentas marítimas, y ganaron fama a ojos de todos los republicanos.
Se formaría en su honor la compañía de Puntarroca, formada por los veteranos de la defensa de Puntaroca y bajo mando de María Elena Fuster, que por su inquebrantable defensa y genio táctico en la defensa del extremo sur de la Isla de Clío obtuvo el cargo de Capitán y la cruz al mérito militar de la República.
A lo largo de la Segunda Guerra Mundial cosecharía muchos más galardones británicos, estadounidenses y franceses por sus brillantes intervenciones en territorio africano y europeo.
La República perdió la guerra, y el gobierno republicano se instaló en Santa Clío, desde donde continuó sus operaciones de diplomacia con las potencias democráticas, en búsqueda de apoyo.
Por su parte, Franco exigió la completa rendición de la isla y el reconocimiento de la soberanía de la España nacional, o continuaría la encarnizada guerra contra "la masonería y el comunismo que envenena a España".Una vez más, la fortuna sonrió a los habitantes de la Isla de Clío.
El presidente de Francia no sólo reconoció el régimen de Franco, sino que también reconoció la independencia de Santa Clío, fundándose así la "República Democrática de España", la RDE, que mantendría su independencia de la España franquista y tendría su sede en Santa Clío, teniendo siempre la guerra declarada contra la llamada España Nacional.
Empezarían así cuarenta años de rivalidad entre las dos Españas, la "pequeña guerra fría española". La república democrática contra la dictadura militar, el socialismo contra el fascismo, el laicismo contra el catolicismo reaccionario.
El historiador Sancho Lope de Segura diría que "la guerra civil no terminó en el 39, sólo se inició un periodo de guerra pasiva de carácter político y diplomático que no concluiría hasta el 76".Durante la Segunda Guerra Mundial, Franco enviaría a la División Azul para apoyar a Hitler en su guerra con la Unión Soviética, mientras que la RDE envió a la Capitana Fuster al cargo de la Compañía de Puntarroca para apoyar a las potencias democráticas.
Fueron de gran importancia sus intervenciones en la Francia ocupada, Nápoles, Grecia, Sicilia, Libia y las campañas del desierto, para finalizar sus intervenciones en apoyo del Ejército Rojo en las batallas de Kursk y Berlín.
La Capitán Fuster obtuvo 20 condecoraciones de Francia, Inglaterra, Estados Unidos y la Unión Soviética, y a su vuelta a Santa Clío recibió el cargo de General.Los siguientes años se desarrollaron con completa tensión entre la España Nacional y la RDE, especialmente teniendo en cuenta la guerra fría que dominaba el panorama internacional.La España Nacional se vio apoyada por EEUU cuando Franco dio muestras de su anticomunismo, mientras que la RDE recibía apoyo de Francia, la Gran Bretaña de Attle y Harold Wilson, y la propia Unión Soviética, en general de toda el ala izquierda de la política europea.El enfrentamiento que se conocería como la Guerra de Mallorca supuso un duro golpe contra la credibilidad del régimen franquista, en el que las islas baleares serían disputadas entre las dos Españas, con la clara victoria de la RDE en 1963.
En muchos ámbitos de la Europa democrática y en la sociedad estadounidense y de la Unión Soviética se vio el triunfo de la RDE como el triunfo de la democracia y el pueblo unido sobre el poder dictatorial.
Pero el claro apoyo de la República por parte de la URSS disuadía a EEUU de darle un completo apoyo en contrapartida al régimen franquista.Y la facultad de Arqueología e Historia, en la que residía la estatua de Clío, se mantuvo en pie en todo este tiempo, como si ninguna bomba o torpedo se atreviera a dañar tan hermosa estructura, ni siquiera en el el brutal asedio a la capital del 38 o la batalla del 61.
Finalmente, Franco Murió en el 75, y se nombró a Juan Carlos I como Jefe de Estado y Rey de España.
Junto al proceso de Transición se unió también el proceso de Reunificación, por el que el presidente Suárez y el rey llevaron a cabo nuevas relaciones diplomáticas con la RDE para que Santa Clío y las islas baleares volvieran a ser territorio español.
La jefe de estado de la RDE María Elena Fuster era reacia a la vuelta a España, y consideraba que España era la que debía volver a la verdadera república española.
Su frase "no dediqué tres cuartas partes de mi vida a matar fascistas para que el fascismo me vuelva a imponer una monarquía a la que habíamos desterrado", se convirtió en una declaración de intenciones que se convirtió en bandera de toda la izquierda española, especialmente en Izquierda Unida y el PCE, el cual estaba completamente adaptado al juego democrático de la RDE. Por su parte, el Presidente Hugo Sancho, al igual que el PSOE de Felipe González, no descartaba la reunificación de España si el nuevo orden de la transición aceptaba que el PCE pudiera presentarse a las elecciones y eliminara todos los símbolos e instituciones franquistas en un orden verdaderamente democrático.
"La victoria es la del pueblo después de 40 años de dolor. No se atreva a negársela", decía una y otra vez al presidente Suárez.La RDE no iniciaría las negociaciones de reunificación hasta el estallido del 23-F, en la que la intervención de la corona dejó constancia del interés del monarca por defender la democracia.
Claro, después de los escándalos del final de su reinado se cuestionaría esta defensa de una supuesta "democracia", pero su condena del golpe de estado convenció a los principales dirigentes de la RDE. A todos menos a la general Fuster, que lo consideró una traición al sacrificio de todos los republicanos que dieron su vida por la libertad y la verdadera democracia, sobre todo porque se había negado a los parientes de las víctimas del franquismo el devolverles los restos mortales a sus seres queridos.
Fuster abdicó en su cargo como jefa de estado de la RDE y acabaría formando parte de los fundadores de Izquierda Unida. La unificación se llevó a cabo en el 23 de Agosto de 1983, con Santa Clío renunciando a su independencia y todos sus ciudadanos recibiendo la ciudadanía española.
Todos los partidos de la RDE se reintegraron en la política española, y formaron coaliciones de apoyo con todos los gobiernos de izquierdas en la historia de la democracia española.
Santa Clío es la tercera ciudad más importante de España, abierta y cosmopolita, siendo capital de la comunidad autónoma de Isla de Clío, la cual contribuye a un 17% del PIB.
Culturalmente, ha estado muy vinculada tanto a Cataluña como a las islas baleares y a la comunidad valenciana, y es por ello que en Santa Clío tanto el castellano como su propio dialecto del catalán, el Clionés, son lenguas oficiales de la comunidad.
Esto, al igual que sucede en Catalunya o en Valencia, supone un foco de conflicto, pues el clionés supone un símbolo de la lucha antifascista, mientras que el castellano es una lengua impuesta.
Por ello, siempre se le critica al PP de Santa Clío que no hablen en Clionés y que siempre apoyen medidas que buscan desprestigiar y minimizar el uso del clionés. Al igual que ocurre en Catalunya, la derecha defiende que existe una persecución de los castellanohablantes, lo cual es, por supuesto, una mentira. A día de hoy, una de sus contribuciones más valiosas a la sociedad española sigue siendo en el panorama intelectual.
Su universidad sigue en la vanguardia de las universidades europeas en investigación de historia, bellas artes, historia del arte y filosofía, y de su ya legendaria facultad de Arqueología e Historia siguen saliendo las mejores promociones de arqueólogos e historiadores del país. Los clionenses son sobre todo un pueblo reflexivo y que valora mucho la cultura. Fuera de Santa Clío tienen fama de pedantes y sabelotodo, debido a que el consumo de entretenimiento cultural y de arte es más elevado que la media española.
No es que un oriundo de Santa Clío crea saber más que los demás, es que de verdad tiene conocimientos de todo aquello que le interesa, y por ello sólo hablan de lo que saben o lo que les interesa.
Por ello, la actitud que tienen muchos españoles de querer hablar de todo sin estar debidamente informado es insoportable para los clionenses, los cuales consideran esta manera de comportarse como muestra de ignorancia y estupidez. Los clionenses también tienen fama de consumidores empedernidos de marihuana, debido a que el consumo de cannabis está completamente normalizado y regulado por por el estado desde los años 50, siendo en la segunda mitad del siglo XX un potente motor económico de la isla.
Irónicamente, el consumo de marihuana regulada por el estado, y actualmente por la Generalitat Clionensa, ha impedido la proliferación del narcotráfico ilegal en la isla, el cual es un problema muy grave en la península. En Marzo de 2015, María Elena Fuster fallecía a los 95 años. Toda la isla de Santa Clío guardó luto dos semanas, y sus funerales fueron los propios de una gran heroína de guerra.
Los últimos miembros de la Compañía de Puntarroca, vestidos con sus mejores uniformes de tiempos de la RDE, cargaron con el ataúd de su capitana de una punta de la ciudad hasta la catedral, donde recibió la misa fúnebre con la bandera de la República cubriendo su ataúd.
A este evento asistieron grandes dirigentes del mundo, como el presidente de Francia, el primer ministro británico y la canciller alemana. Incluso Barack Obama.Este evento causó mucha polémica dentro de la sociedad española, dado que muchos integrantes de la derecha española lo consideraron una aberración porque, citando textualmente las palabras de un miembro suyo, "es una afrenta a la libertad de nuestra nación que le demos un entierro de estado a una asesina de masas que mató a tantos buenos nombres en nombre del comunismo".
Obviamente nadie les hizo caso. Nadie hace caso al Partido Popular en Santa Clío, donde reciben el apodo de pollastres, en referencia al águila de la bandera franquista.
Ni menos aún cuando levantaron una estatua en la Plaza de la Seda a la general Fuster un año después de su muerte. Y la estatua de Clío sigue en pie. Ahí, en la entada de la facultad de Arqueología e Historia, observando desde lo alto de las escaleras a alumnos y profesores, armada con su trompeta y su libro de Tucídides, vigilando el futuro de la investigación histórica.
Pero, sobre todo, vigilando que las buenas gentes de Santa Clío sigan viviendo en paz y armonía a pesar de sus diferencias, y todo apunta que seguirá siendo la comunidad más próspera de toda España.
Quizás, y sólo quizás, se deba a que aprendieron hace mucho tiempo la lección más importante que les podía dar su diosa patrona: Saber mirar el pasado para así comprender mejor el presente, para así poder tomar las mejores decisiones para un futuro más próspero.