Somos tóxicos, ardemos, hechos de la misma materia. Sangre fría y lágrimas rojas me empapan la ropa, no preguntas, no lo sabes, solo te acercas y me besas .
Mis pies se despegan y se elevan, tú me sigues. Abrazados, ascendemos a nuestro hogar, donde no nos gritan, donde no hay miradas repulsivas. Ascendemos a donde pertenecemos, cansados del mundo terrenal, de los seres frágiles que lo habitan, que lloran como si de verdad sufrieran. Lloran por perder, por no tener, por ser y no estar. Mundanos frágiles, qué sabrán ellos de nuestro infierno cariño, qué sabrán ellos de lo que es el fuego de verdad, electrizante, agonizante, emocionante. Por eso te dije que no culparas mi frialdad, mi ausencia en el infierno me ha hecho anhelar el calor, y desde que no estoy allí, me siento más fría.
Echaba de menos fundirme a tu lado. Echaba de menos nuestro mundo.