Esta es otra de mis prácticas de descripciones puras, espero que os guste:
Siguió subiendo por los simples escalones que conducían hasta la entrada de la muralla. Esta era de piedra blanca, destrozada por la parte superior .Por lo demás se conservaba bien. Las decoraciones simples de pilastras y pequeños arcos adosados a las jambas del vano seguían prácticamente intactas. La puerta se formaba con un arco de medio punto, de despiece radial, con unas impostas que sobresalían. A la izquierda del arco, la arena del desierto había ocultado lo que quedaba del muro.
Las plantas habían adornado los muros y la hierba crecía fresca por la tierra de alrededor. Era un pequeño paraíso en medio de la nada. A través del vano, se podía ver el otro lado; un terreno irregular, montañoso y fértil. Los árboles y los arbustos asomaban vivaces y daban la bienvenida a quien decidía pasar. En una de las cimas, veía ya de lejos un edificio que casi no se distinguía de la tierra pero tenía una luz propia, de color rojo, que resaltaba. A contraluz, el chico no se dió cuenta hasta que estuvo debajo del arco, a la sombra del sol del atardecer. Había en ese momento algunas nubes inofensivas, el cielo se teñía por la luz, no se notaba un fuerte viento, y el sol seguía calentando con mucha intensidad.