El laberinto dentro del laberinto
5 Ene, 2021
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Yo era muy feliz.


Tenía una vida abundante, plena y me sentía invencible, no conocía el miedo, ni  la angustia, nunca los había sentido, no conocía el todo, solo su lado más brillante y hermoso. 


Mi vida era magnífica tal como la de la gente a mi alrededor, todos éramos espectaculares y guapos, como ángeles.


Ese día como cualquier otro paseaba junto a mi hermano.


Un encanto de hombre, embriagante, risueño, inteligente, si hubiera una palabra para describirlo sería radiante, de la misma forma que yo.


Radiante y hermoso, tan hermoso como yo. 


No me vi el rostro ni mucho menos pero sabia como era a partir de mi entorno y los que me rodeaban.


Así que si mi hermano lo era yo también porque me reconocía como una igual.


Mi hermano era mi reflejo.


Ambos íbamos divinamente ataviados con nuestros atuendos de gala: yo un rico vestido fucsia con volantes, muy suave y exquisito, delicado de una textura extraña  como hecho de pétalos brillantes, y el con un traje a medida de rayas, ambos muy elegantes y atractivos, nos movíamos con gracia mientras conversábamos en voz baja y susurrando y riendo entre nosotros. 


Tomamos un atajo entre algunos setos de hortensias rojas, hasta que el me dijo con voz muy seria “apresura El Paso y no te separes de mi que nos están siguiendo”. 


Yo me quede de piedra muy sorprendida pues nunca habíamos ni siquiera vivido una situación mínimamente riesgosa, estábamos muy bien entrenados para estos casos pero este no era un entrenamiento, era la vida real. 


Asentí y eché una disimulada mirada atrás solo para confirmar, lo cual les hizo darse cuenta de nuestro estado de alerta y ambos grupos comenzamos a avanzar aún más rápido.


 


Doblamos a la esquina un calle cerrada, y... atrapados, irremediablemente quedamos atrapados. 


Mi hermano volteó a ver el entorno buscando una posible salida. 


Había un muro de alambre delgado y cubierto con una lona. 


¡Perfecto nuestra escapatoria! podíamos escalarlo y huir a toda velocidad. 


Pero el solo se quedaba viéndolo como meditando, como calculando, pensando que si esos vándalos nos superaban en número y las posibilidades que teníamos de salir bien librados si nos enfrentábamos a ellos, cuando subir por ese estupido muro se veía tan fácil.


 


¡No teníamos oportunidad!, la única solución era saltar, y así lo hice, trepé por la pared con relativa facilidad mientras seguía llamando a mi hermano para que hiciera lo mismo que yo.


Estaba muy asustada, acelerada, llena de adrenalina, repetía su nombre una y otra vez pero no respondió y el instinto de preservación pudo más que la sangre .

Continue mi huida. 


 


Quería estar tan lejos como pudiese del altercado y así fue como me interné en la oscura y rabiosa boca del lobo. 


Primero ingrese en la sala de reuniones del edificio principal, celebraban algo, un acontecimiento de tipo religioso y los feligreses se aglutinaban frenéticamente entorno a mi, a la muchedumbre, a su cometido.


El ambiente era desquiciante y atemorizador, sentía que me faltaba el aire, ahí reinaba la confusión y fanatismo, una sensación locamente aplastante. 


Las personas me hablaban aún más desesperadas que yo, contagiandome de su febril tormento.


Repitiendo mantras sin sentido una y otra vez, con voz muerta y enajenada. 


 


Intente huir, escapar, salir de toda aquella locura, así fue como me adentre más en ese lugar, en ese mundo, sola y desorientada. 


 


El lugar era inmenso, no era solo un edificio eran muchos y estaban conectados, de forma que continúe caminando. 


Este nuevo espacio estaba desierto, muy deteriorado y en decadencia, abandonado y sucio por donde quiera, nunca había estado en un sitio así. 


Intente llamar a alguien, pero no había respuesta, continúe avanzado, por las ruinas, de repente vi algunas personas a lo lejos y suspiré aliviada, pediría ayuda y ya. 


 


Estuve llamándolos un buen rato, gritando por auxilio a todo pulmón, pero no parecían responder, entonces me acerqué corriendo a ellos y... ni aún así me voltearon a ver, los volví a llamar, intentado capturar su atención y nada.


Era como si no existiera. 


Me acerqué corriendo tan desesperada que intente tomar a alguno por el brazo y en ese momento sus ojos se cruzaron con los míos, sus pequeños y arrugados ojos se dilataron solo un poco, me veían pero al mismo tiempo no, era como si yo fuera una alucinación para el, como si no estuviera allí, como si no fuera real.


 


Algo demasiado raro pasaba con ellos. 


Les mire con mayor atención, cayendo en cuenta de sus ropas sucias y harapientas, de sus rostros desgastados, atemorizados y a la vez inexpresivos, viejos muy viejos, aún los que debían de ser los más jóvenes.


Sus ojos parecían opacos en los iris, y las escaleras con un ligero tinte icterico, pieles secas y prácticamente pegadas al hueso, casi sin músculo, todas de un poco saludable tono moreno cenizo.


Sus cuerpos raquíticos, y malnutridos, ojerosos y deplorables. 


Eran todo un espectáculo en mi vida había visto gente así antes. 


Y aún con todo eso no era lo más extraño si no su actitud, su forma, su presencia nula, así como su percepción, como si fueran autómatas, como si estuvieran todo el tiempo dopados, como si no tuvieran conciencia, como si ignoraron todo acerca de si mismos y su medio, el lugar y la situación en la que estaban, que hacían. 


Todos estaban igual de perdidos, y muraban para si oraciones sin sentido, una y otra vez. 


Perdidos en su mundo... perdidos en su mente, solo... solo...¿Solo trabajaban?


 


Acarreaban piedras de un lado al otro, como si fuesen esclavos y no se dieran cuenta, las agrupaban, no lo sé, pero parecían únicamente vivir para eso.


No tenía idea. Los veía trabajar y esforzarse pero no percibía que su trabajo tuviera algún propósito o sentido, que ayudara a alguien o que sirviera para algo, los veía desfallecidos del esfuerzo, del cansancio eso era indudable, muchos estaban completamente sobrepasados del esfuerzo pero era solo eso, un esfuerzo, una completa pérdida de energía, un desgaste, un desperdicio, un sufrimiento tirado a la basura. 


Porque en realidad nada servía, nada cambiaba, ni colaboraba. 


El edificio seguía en ruinas, sucio, triste y polvoroso y ellos seguían ahí entregando todo su cuerpo al vacío. 


No era gracioso, era impactante y profundamente lamentable. 


Porque no podía hacer nada por ellos, no podía hacer nada por los que no oían, no veían, no pensaban, por los que estaban tomados, hipnotizados, secuestrados, perdidos, me volvería loca intentando cambiarles, solo podía salvarme yo.


 


Ahora si que estaba asustada, ¿en que clase de lugar estaba metida?, para empezar ¿donde estaba?


Mi corazón se encogió al preguntarme por primera vez aquello. 


Empecé a analizar el entorno intentando reconocer algo, lo que fuera... lo que fuera. 


Pero ni quiera el cielo se veía igual, el ambiente, el aire, no era nada con lo que estuviera familiarizada, ni siquiera el sol se sentía igual, no era cálido, sabroso nítido, poderoso y luminoso, como yo lo recordaba, era diferente, era ardoroso, sofocante, quemante y ni siquiera lo veía, estaba oculto entre nubes, aglutinadas y esparcidas por todo el cielo, no estaba oscuro, pero si opaco, color sepia, parecía a punto de llover, pero solo a punto, le faltaba humedad al clima para que eso ocurriera, todo era tan rasposo, los colores(en una mínima variedad) el aire, todo era denso, pesado, sucio, de alguna forma el aire de afuera (el aire que yo conocía y que toda la vida había respirado) era más puro, más limpio, y los colores más vivos y bellos. 


 


¡Feo!, todo aquí era feo, no había otra palabra para describirlo. 


Feo y alucinante, era como si hubiese entrado en otra dimensión. 


¡No! debía salir de ahí cuanto antes. 


Alguien debía de decirme como, buscaría ayuda, buscaría la salida, así la tuviera que cavar con mis propias uñas. 


 


De todos estos alguien debía de ser lo suficientemente razonable como para  indicarme el camino. 


Así que me adentre aún más en su territorio, en el inmenso edificio en ruinas que se hallaba delante mío, gritando, agitando mis brazos, moviéndome de arriba abajo, tenía que haber alguien congruente aquí, no me pareció que hubiese andado demasiado cuando finalmente me di cuenta que estaba aún más perdida, entre los pisos, rampas, escaleras muros y metales. 


 


Material de construcción, gente muerta de agotamiento, esfuerzo y sudor. 


¿Que diablos era todo esto?


¿Como lo podían siquiera permitir?


¿Porque no había quien dijera nada?


Todo estaba tan bien controlado que los opresores ni siquiera se veían, no parecía haber nadie vigilando, se veía como que cualquiera pudiese solo soltar todo e irse sin mayor alboroto, como si las cadenas solo fueran internas...


Hasta que alguien enorme me sujeto y me golpeo, era horrible, un total engendro asqueroso, gigante y violento, pero me notaba.


Hablaba, un uso del lenguaje muy deficiente y lento pero mucho más que lo que me había encontrado hasta ahora. 


No me escuchaba y me obligo a trabajar con el resto y lo hice pues no me quedo otra opción al menos por ahora, ya me inventaría alguna forma de salir de ahí.


 


No se cuanto tiempo estuve en ese lugar realizando esas pesadas tareas, había pequeños lapsos de tiempo que cada vez se hacían más largos y continuos en los que perdía la conciencia, a ratos despertaba y recordaba todo, de donde venía, que había pasado, cual era mi propósito, pero así como despertaba volvía a dormir. 


Aquí era tan fácil perder la conciencia de mi misma y de mi cuerpo, en un parpadeo y me iba, me quería ir porque el dolor era tan grande que solo había una manera de resistir, de existir así, era una manera de escapar sin escapar realmente. 


 


Pero es que saber, estar consciente era duro, estará aquí en pleno uso de mis facultades era insoportable, era aún más cansado y pesado, era sentir el dolor de todo mi fino cuerpo aullando de tormento y agotamiento al unísono, era sentir mis destrozadas y sucias manos, mis ampollados y malheridos pies, las heridas de mi cuerpo entero, sentir mi cuerpo ser consciente de mi cuerpo y cuanto dolía, de mi sangre, el sudor, y la suciedad y polvo del que estaba cubierta, así como de la incomodidad y asco que estos me provocaban. 


¡Esto no era yo!


Esta decadencia y miseria no podía ser yo... así no es como me recuerdo, así no es como solía ser. 


Las lágrimas surcaban mis mejillas, ante este conocimiento. 


Mantenerme despierta era sumamente difícil, era sentir la sed, el hambre, la desesperación de no saber cómo aliviarme, como salir, como parar todo este infierno, era sentir en los más profundo de mi ser el vivo terror de pensar que esta sería mi existencia para siempre, de no volver a casa jamás, de ver como mi presencia se hallaba en estado tan lamentable, deplorable, la más hermosa obra de arte arruinada, maltratada y rota, contemplar eso cuando menos te rompe el corazón. 


¿Que me había ocurrido?


 


La única forma en que se podía sobrellevar esto era perderte e ignorar lo sucio y desmejorado que estás.


De mi precioso vestido fucsia ya solo quedaban jirones, había desparecido, así como mi calzado lujoso, y mis ornamentos, de mi peinado ahora deshecho había dejado mi pelo flotar libre y enmarañado, pegado a mi craneo por el sudor. 


De alguna forma mi esencia poco a poco se había debilitado hasta casi desaparecer.


Ahora yo adquiría la apariencia del lugar y las personas con los que me encontraba. 


Ya era oficialmente una de ellos. 


Ya caminaba encorvada por el dolor de espalda, hombros, cuello y vientre, dolor y vergüenza, el miedo a ser vista y sometida, en cualquier momento empezaría a murmurar locuras. 


Y de la misma forma perecería, en la inmundicia y la inconsciencia sin recordar mi rostro ni el de mi familia y mi hogar...


¡Porque nadie me salvaría!


Ninguno de mis seres queridos vendría a buscarme aquí y aunque lo hicieran nadie me reconocería así, ni yo misma me reconocía así.


¡Se acabo! 


 


No podía permanecer más tiempo de la misma forma y me acerqué al monstruo decidida a obtener mi pase de salida.


Hablé con el, mejor dicho hice un trato, le planteé mis deseos y el pidió algo a cambio que en ese momento no se me antojaba nada, lo que sea, la desesperación me apremiaba a aceptar lo inaceptable, después ya vería como me zafaba del problema. 


Sorprendentemente acepto, la ansiedad y la esperanza por salir de ahí lo más pronto posible me renovó las fuerzas. 


 


Subimos, bajamos, trepamos y anduvimos durante un periodo de tiempo que no podía definir, lo único que sabía es que a cada paso mi alma volaba por salir. 


En un momento dado me debí haber adelantado demasiado porque lo perdí de vista, y por lo visto era demasiado fácil extraviarse aún ese punto porque más temprano que tarde comencé a desesperarme otra vez y lágrimas salvajes de frustración y miedo acudieron a mis ojos nuevamente, ¡por favor!, ¡por favor!


 


Entonces me tropiezo con una esquelética mujer, que parecía muerta en vida, aún trabajando, enloquecida, con una capa blanquecina y lechosa recubriendo completamente sus ojos, que repetía las mismas palabras una y otra y otra vez. 


¡Todo está mierda me tenía harta!


La tome lo más brusco que pude de los hombros para forzarla a dar una respuesta —— ¿Donde está la maldita salida? de acuerdo con el maton debía estar aquí, o al menos muy cerca, y no veía nada a lo que ella meneó aterrorizada la cabeza en señal de negación. 


No puede ser acabaré igual si no me marcho en este preciso momento. 


No puede ser que no haya salida. 


 


Para mi sorpresa el hombre, me atrapo y me sostiene firmemente de la cabeza señalándome hacia el frente, a una pequeña ventana rota y sucia que develaba una visión de la calle de enfrente.


¡Tras de esa mugrosa y cutre ventana estaba la libertad!


No importa si estaba muy lejos de casa, era fuera de todo este maldito circo. 


Y en el momento en que me preparaba para saltar hacia ella, el hombre me apretó el cuello diciendo...— ¡No, es hora de pagar!


 


Era verdad ¿como lo había olvidado? pero ¿que podía ofrecerle yo?, ¿como se cobraría?


Un estremecimiento de terror invadió mi cuerpo.


Noooo. Nooo. Noooo.


Mis labios profirieron un grito enloquecido en el momento en que se acercó aún más a mi, la náusea fue inmediata no podía ni imaginar tener tan cerca a esa cosa. 


Me tomo por la fuerza, imposibilitando mi escape, interponiéndose entre yo y mi salida, tan cerca y tan lejos. 


Apretó mi pecho hasta casi destrozarme las costillas, me iba a asfixiar, me iba a romper cual varita de madera, todo era un engaño, no volvería a mi hogar, no podía estar más lejos de él como ahora. — Noo. Noo. Por favor, noooo...


 


Estaba tan llena de emociones densas que pase por alto cosas importantes, tan deslumbrada con la ventana, esa falsa ilusión de libertad ¿que hubiera pasado de haber salido? 


De haber llegado afuera a la calle deteriorada y desolada de enfrente, nada, hubiera caído destrozada al comprobar que esa no era la salida y que en realidad no tenía ni idea de cómo volver. 


Debería haberlo razonado los colores y el ambiente de allá afuera eran iguales a los de dentro, la apariencia de afuera era igual a la de dentro. 


Allá afuera no me sentiría mejor que aquí adentro. 


¡Lo que yo realmente anhelaba no estaba afuera!


Al parecer no podría irme de forma tan sencilla como había venido, no era cuestión de solo saltar un portal o de solo morir. 


No tengo ni puta idea de que hacer o a donde ir para conseguir lo que realmente necesito y así como tampoco hay nadie que me lo pueda proporcionar, por eso no debí creer en engaños. 


Y así me quede encogida, abrazando mis piernas mientras las lágrimas ruedan y mis pulmones aúllan porque no se... no se... no se... 


 


Autor: Carol is love 

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Carol is love 127 puntos 7 Ene, 2021 Carol is love 127 puntos
Pues la versión completa solo la publicare en mi libro pero te puedo decir que termina igual que nuestro viaje al final todos volveremos a casa, al final todos nos volveremos a unir a la fuente pero antes debemos aprender a conectar con nosotros mismos. ❤️
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