Recuerdo algo muy lejano en tiempo y espacio,
tan lejano tan perdido que podríamos decir que ocurrió en otra vida,
una vida que tuvo lugar antes de esta, en un cuerpo que existía antes que este.
Fue hace mucho pero se siente como reciente, se siente como actual, ese es el problema: se siente y si se siente es presente y no pasado.
¡El pasado no es pasado si se sigue sintiendo!
Aunque se haya cambiado de cuerpo, aunque se haya trasladado de época, aunque se hayan cambiado los colores y las circunstancias y hasta el nombre, no se puede cambiar de corazón.
Dos vidas distantes, que no tienen nada en común, salvo las temperaturas extremas y los pesos en la espalda, que hacen chirrear un cuello rígido y adolorido; y claro el sentir, el sentir que las une y las conecta, que hace que se miren con el mismo rostro, con la misma preocupación tatuada en la frente, y el miedo impregnado en los ojos, se ven distintas pero son la misma.
Es extraño...
hablaban un idioma diferente y aún así comprendía perfectamente lo que decían, lo que estaba pasando, y su sentir...
¡Oh! Podría jurará que nada es tan fuerte e intenso como sus emociones.
No recuerdo mucho...
Es impresionante lo que se queda y lo que se va con nosotros.
No recuerdo su nombre o los de sus familiares, ni su procedencia; detalles importantes de su vida como su infancia o sus preferencias, si su madre la arrullo de niña o si tenía algún sueño, esos aspectos se borraron del disco duro... pero ahh como recuerdo su preocupación que le llenaba el hambriento estómago, su desesperación al límite que la asaltaba con arcadas y náuseas, sus pasos aterrados en la nieve fría aquel crudo invierno.
De cualquier forma solo han logrado trascender algunas cosas, importantes o triviales.
¡No lo sé!
Supongo que ahora todo con referencia a ella da igual.
Total, ya lleva un buen tiempo muerta.
Pero aún así .. .aún así me persiguen su cabello marrón largo y brillante,
sus preciosos y enormes ojos y... un abrigo azul.
¡Oh si! Ahora recuerdo una cesta llena de flores, tulipanes de colores, rojos, blancos, amarillos y rosados, con sus delicados tallos verdes, toda una fresca explosión multicolor.
Pero era invierno y en invierno no hay colores, el minimalista monocromático blanco se adueña del paisaje.
¡Blanco impecable, espeso y congelado!
¡No hay colores!
¡Así que tampoco hay flores!
Como tampoco hay comida,
tampoco hay calor,
tampoco hay amor
ni refugio...
Como odiaba aquella estación, la estación de la muerte.
Siempre le arrancaba algo valioso, siempre perdía, siempre le congelaba la sangre en el corazón.
Ella tenía alrededor de 12 años cuando eso ocurrió.
Ya llevaban algunos meses solos, pero la primavera y verano fueron benevolentes y no se mostraron indiferentes ante su situación, que empezaba a ser preocupante, dio signos de su alcance y poder desde mucho antes, desde finales del anterior invierno cuando ellos se marcharon.
Dejándola sola con dos hermanos menores a su cuidado, muy joven para semejante responsabilidad.
Aún así no se dejó vencer, uso toda su voluntad y buen ánimo, el optimismo y la esperanza se mantuvieron fieles a ella y la dotaron de fuerza para resistir, soportar.
Ella poseía la fe necesaria para no caer.
Lo llevo todo con una sonrisa porque sentía que debía hacerlo por el bien de la familia.
No había nada que no pudiera hacer por ellos.
El amor obra milagros.
Así que resistió con sonrisas sin quejarse, sin llorar a pesar de que la vida agravaba cada día que pasaba.
Ahora estaban solos, en lo que llamaban casa.
Un pequeño cuarto destartalado, sin apenas muebles, solo una cama desvencijada y algunas mantas pequeño pero suficiente para los tres.
Ya se las apañarían.
El frío se colo sin enfrentar oposición alguna por los escombros y se robo lo último que quedaba, se llevó la salud...
Su hermano menor ardía como el sol, temblando ininterrumpidamente.
Tomaba compresas frías intentado controlar la fiebre pero esta no cedía ni un ápice, por el contrario no hacía más que empeorar, como su existencia.
Algo que va irremediablemente en picada y cuyo destino es estrellarse contra el suelo rompiéndose en miles de pedazos.
Había conocido la tristeza pero aún no se había permitido caer tan bajo y sentir la desesperación, el rechinar de dientes, el pánico sacudirla con violencia, siempre que acudían a su pecho lo intentaba controlar con un pensamiento positivo, una creencia, una idea feliz, un futuro mejor, todo estará bien ...un mantra que se repetía sin motivo una y otra vez en su mente.
Pero esa noche con su querido y muy amado hermano agonizando y el más pequeño llorando hambriento no pudo contenerlo una vez más.
No podía permanecer sentada, esperando que ocurriera un milagro, uno que no había pasado en un año.
Ella tenía que hacer algo no se podía quedar ahí permitiendo que la frustración y la impotencia la destruyeran en frente a quienes la debían de ver fuerte.
Agarro la cesta vacía en las manos ¿que estaba haciendo?,
¿quien querría comprar flores muertas y marchitas?
¿Quien?
Ni siquiera lo medito, estaba solo actuando por impulso.
También tomó el abrigo azul (algo que resultaba totalmente innecesario, pues el frío externo ni siquiera lo percibía, no podía sentir nada más que la desesperación por cambiar su realidad) estiró la mano hacia la puerta y ... salió a encontrarse con la fría noche sin saber qué sería la última vez que volvería.
Salió a buscar ayuda, a buscar esperanza, comida para el pequeño y medicinas para el más grande.
no podía perder a quien más amaba, quien le daba luz donde no la hay, perder a quien le daba motivos para vivir.
Afuera el pánico le caló más que el hielo...
Abrió la boca con los labios temblorosos y casi sin aliento empezó a rogar por la tan necesitaba ayuda.
¡Ayuda!
¡Por favor, lo que sea!
Necesito ayuda...
¿Que hacer?... ¿que hacer?
Pero las figuras como fantasmales no la volteaban a ver ni respondían a sus lastimosas súplicas.
La indiferencia la congelo más que el clima.
La angustia hacía estragos en ella y sus ruegos cada vez se volvían más desperados, pero no conseguía más que la echaran a la calle de los comercios y establecimientos, nadie trabajaba ese día.
Navidad era la fecha perfecta para mostrar las mejores galas del ser humano: su inhumanidad.
El frío hace más que congelar cuerpos, parece que también nos congela los sentimientos.
Ella estaba dispuesta a todo... incluso a venderse, a ofrecerse si era lo que debía hacer.
Algo a lo que se había rehusado con todas sus fuerzas, algo a lo que había temido y evitado.
Pero ahora no había opción la otra alternativa era impensable.
Entre quejidos y sollozos entro a una taberna y con dedos temblorosos se quitó el abrigo y se empezó a desabotonar.
¡Quien fuera, quien sea! se abalanzó a unos y otros con la cara enrojecida producto de gemidos y lágrimas enloquecidas.
Contorsionándose y deformando su joven y hermoso rostro.
No hay nada más efectivo para destruir una cara que el dolor y el desconsuelo.
Pero una pequeña puta demente no era para nadie atractiva al menos no aquella noche.
Y cuando la lanzaron medio desnuda al suelo las piernas no le dieron para sostenerse una vez más.
Yo no podía...
ya no ...
Ya no tenía fuerzas ni para rogar, lo único que podía hacer era rendirse.
¡El juego había terminado!
La locura la había cazado, el dolor se había hecho con us cuerpo como trofeo y la oscuridad la abrazaba y la desmembraba con violencia y sed de sangre.
El agobio le apretaba el pecho y le impedía ingresar aire en sus pulmones hasta el punto de la sofocación.
Ahí estaba ella...
suplicando y llorando lagrimas y lamentos que nadie veía y escuchaba.
Ya era demasiado tarde para todo.
El calor había desaparecido desde hacía mucho,
el frío reinaba dentro suyo desde hacía mucho
y desde que su hermano había enfermado el invierno había recrudecido con furia y brutalidad, así que ni noto cuando el frío se la llevó.
El frío, la frustración, y el dolor se apagaron de golpe.
Ella murió congelada y en dolor.
Cansada,
extenuada,
agotada,
de una vida de lucha,
una pelea encarnizada con la muerte para sobrevivir un día más.
Peleando para sobrevivir de la misma forma que una sucia rata hace.
Y entonces cerre los ojos y cuando los abri estaba aquí, creyendo que estaría segura, que estaría bien.
Todo estaría bien el frío había quedado lejos, muy lejos.
Pero lo que aún ignoraba es que... el calor también mata.
Autor: Carol is love ❄️