Últimamente me pregunto "¿Está bien odiar?" y he llegado a la conclusión de que hay tiempo para todo, pues mi maestro de vida me enseñó que hay tiempo para sembrar y tiempo para cosechar, tiempo para reír y tiempo para llorar, tiempo para pedir perdón y tiempo para perdonar, tiempo para amar y tiempo para odiar. 

Y sé que el sentimiento de odio no debe ser por siempre, porque soy yo quien se hace daño con tanto odio. Simplemente que cuando te hacen tanto daño, es seguro que sentirás odio hacia esa persona, aunque no le deseas lo peor, porque sabes que lo que sembró en ti, más adelante lo cosechará, sea bueno o malo más adelante le llegará el recibo de cobro, porque el que lo hace riendo, lo cancela llorando. 

El odio está bien, hasta cierto punto.

Así que estoy en el momento de decir que te odio .

¡Sí! ¡Te odio! Te odio por haber hecho que yo creyera tus promesas como el ciego que confía en su bastón. Te odio por haberme enamorado como un loco y después te fuiste y me dejaste loco. Te odio porque como una bruja me hechizaste para enamorarme de ti, y una vez que eso sucedió, te fuiste. Te odio porque no tuviste el valor de decirme que ya estabas con alguien más. Te odio porque no querías destruirme y lo hiciste de la peor forma. Te odio por haber dicho que me amabas y tus acciones reflejaron otra cosa totalmente diferente. Te odio por haber entrado a mi corazón cuando ya tenía todo ordenado y limpio, y de repente lo destruiste todo, lo desordenaste y te largaste. Te odio porque te dije que me diste un respiro más en un mundo donde ya no confiaba, y te fuiste y dejaste que me ahogara. Te odio porque te di el poder para destruirme y dijiste que nunca lo harías. Te odio por ser tan cobarde. Te odio por no ser directa y sincera. Te odio por haber mostrado algo de ti que no existe durante tres años y medio. Te odio porque prometí amarte por siempre, y aún sigo acá amándote, pero ya no es el mismo amor de quererte a mi lado por siempre, porque ya no quiero esa fantasía. Te odio por soltarme cuando yo más te necesitaba, cuando yo más me hundía, tú hacías más fuerza para hundirme. Te odio por decirle mentiras a todos tus amigos y familiares, porque no tuviste el valor de decirles que estás con otro y preferiste mentir al echarme la culpa. Te odio por mentirme mirándome a los ojos mientras mis pupilas se dilataban. Te odio por hacerme borrar la historia que escribimos, los momentos que vivimos y los sueños que construimos. Te odio por hacerme ver en ti algo que nunca existió. Te odio por darme regalos que los tengo guardados en un lugar donde nunca los volveré a ver. Te odio por sonreír en las fotos mientras en tu mente planeabas el día en que ibas a destruirme por completo. Te odio por hacer esta muerte lenta, porque desde que cambiaste yo debí alejarme y no quedarme a esperar a que volvieras. Te odio porque durante largas noches me mataba la cabeza intentando hacer un plan para lograr hacerte volver. Te odio porque iba a tu casa cuando no debía, peleaba con mi familia por defenderte y hacía cosas por ti que no debía (aunque no me arrepiento de eso porque sé que lo necesitabas). Te odio porque ahora no puedo borrar las cartas que te escribí y que nunca te dí, aunque son reales al igual que mis regalos, pero al parecer tú resultaste más barata que todos esos regalos. Te odio por escribirme cartas que parecían verdaderas. Te odio porque ahora me preguntan por ti y por nosotros, y tristemente debo decir que estás con otro (aunque eres tú quien queda mal). Te odio por este ahogo en que me dejaste, porque sin misericordia me dañaste y sin temor me abandonaste. 

Te odio y hoy sé que está bien hacerlo y expresarlo, pues es un desahogo para mí. Con libertad y sin sentirme presionado, puedo decir que te odio, aunque no te deseo lo peor. Simplemente es así, te odio. Y odio la forma y la intensidad en la qué llegué a amarte. 

Y te dije que me dieras una excusa para odiarte porque yo no pude jamás, que te enamoraras de alguien más. Y aparentemente así lo hiciste. Simplemente es así, te odio.