Invocaba a los demonios para poder librarme de ti, los invocaba sin temor, sin piedad, converti mi alma mundana en una infernal que se quemaba en los fuegos del infierno, sentada en el círculo, mientras la hoguera se incendiaba, sin miedo le mire a los ojos, aquellos ojos que sin importar lo demacrado que estaba el cuerpo aún relucían las mil llamas del infierno, sin miedo le pedí lo que queria, sin titubear, sin dudar, yo quería tu alma, quería que el mismísimo diablo la hiciese pedazos para alimentarse de ella, perdí la cordura mientras te amaba, perdí la razón... lo perdí todo, yo mientras me volvía loca por no perder tu atención, tú te largabas, cerrabas la puerta a golpe frío y te escapabas a moteles baratos, a todos esos clubs de los suburbios, con otras que quizás te satisfacían pero que tú sabías que no iban a estar para siempre, yo por ti perdí el entusiasmo, perdí mis ganas de vivir, aún recuerdo aquella noche fría cuando me miraste a los ojos y sin temor a dañar, me dijiste que había otras que no eras leal, aún recuerdo que no derramé ni una sola lágrima porque aquel diablo de la esquina que tú no veías velaba por tu alma, porque sabía que iba a ser suya
Y me rescataste de la vida en el paraíso, porque en el infierno todo tiene más sentido porque aquí descubrí cada uno de esos secretos que tanto te esmerabas en esconder, porque aquí las llamas te hacen sentir vivo y quieres más que nunca sentir la adrenalina que produce la venganza, me hice amiga del diablo porque los dos queremos lo mismo, enseñar a los pobres mundanos que el infierno está cerca y que la vida que viven es simplemente la dulce mentira que los prepara para poder adentrarse a lo real, a lo que de verdad se siente
Me hice amiga y fiel compañera del diablo para saborear el dolor de los que un día nos quemaron y nos pisotearon como simples mortales
Y recordar como aquel día te quemabas en los mil mares del infierno y aún poder escuchar lo dulce que sonaba mi nombre desde tu boca, lo mucho que se siente la venganza