Entonces mire hacia la ventana y la sangre se me heló al ver la singular figura.
No sabría describirlo adecuadamente por su peculiaridad intrínseca.
No era un animal, no era una persona, no podría clasificar a la criatura.
Blanca y pálida como la muerte, resaltando entre la oscuridad del ambiente nocturno.
Un rostro tan obsceno como indescriptible, algunos rasgos humanos y otros no tanto, más bien chocantes y de expresión vacía e inquietante.
Con dos agujeros profundamente negros donde deberían estar los ojos pero mucho más grandes que las proporciones normales.
Poseía un cuerpo blanco y pequeño parecido al de un animal doméstico con cola y patas.
Emitía un perturbador sonido, un jadeo rabioso y profundo que inspiraba miedo e indudablemente encendía todos tus sistemas de alerta.
¡Aquella criatura era potencialmente peligrosa!
Pero lo más extraño era como su imagen parecía enfocarse y desenfocarse, a ratos más encendida, más nítida, más real y por momentos más ligera hasta casi desaparecer por completo mientras irónicamente no apartaba los ojos de mi.
Porque a pesar de no contar con ellos yo podía sentir su mirada, su objetivo fijo en mi y no solo eso también su odio, su furia.
Podía percibir como destilaba maldad por cada poro.
Y así permanecí presa de su imponente presencia por lo que percibí una eternidad, cada instante más angustiante y desesperado que el anterior, cada instante más a su merced.
Sin poder huir, sin poder gritar, sin poder escapar, debilitándome a cada segundo que avanzaba hasta que ...
Autor: Carol is love .