Si la melancolía de mis pensamientos pudieran expresar todo lo que siento, las mañanas sufrían de gripe, sin embargo prefiero resguardarme en la soledad de mi cama y recordar la música de antaño, cuando la vida era complicada pero me mirabas como si fuera la única persona en el planeta, cuando gozaba de perderme en tus curvas y tu boca prometía la más gloriosa dulzura.
Aunque ahora cuando miro la ventana de mi alma no logro comprender en que momento me convertí en un masoquista, un idiota mendigando su amor como si le faltara el aire, queriendo beber su veneno como un vagabundo hambriento hasta el punto de perder la cabeza, porque me encantaba su locura.
Llegue al punto de perderme en sus piernas, a caer en esos profundos ojos que guardaban eso caótico y hermoso a la vez, ni hablar de esa sonrisa que con solo mirarla incitaba al pecado, pues era una criatura magnifica que me hacía bajar al infierno y subir al cielo con solo hablar.
Recuerdo el tiempo como una película en la cual no sabes que va pasar y sin más me convertí esclavo de su cuerpo, de su inmensa belleza hasta el punto de olvidarme a mí mismo, porque era adicto a su aroma y simplemente anhelaba su querer.
Solo cuando toque el fondo de su arrogancia y vanidad, supe que nunca seria parte de su corazón, deje de venerarla porque pesaba más el vacío que dejaba cada vez que no se encontraba a mi lado, al ver que jamás me correspondería de la misma manera que como tonto espere, por lo que después de hablar con mi conciencia y meditarle a la razón, decidí entrar en su juego pues para jugar se necesitan dos y ella ya había hecho su primera movida, seguiría la mía.