Tengo buenas razones para mostrarme tan indiferente contigo y tus sentimientos, créeme, son necesarias para mi.
No puedo odiarte, no importa cuanto lo intente, el tiempo que haya pasado o todo el daño que me hayas hecho, nunca he logrado odiarte y es porque mi amor hacia ti fue tan real y honesto, que no hay forma de ensuciar algo tan bonito.
Al contrario de lo que mi discurso dice, cuanto más cerca te siento, si hablo contigo continuamente o si vivimos muchos nuevos momentos juntos, más recuerdo las razones por las que te quise e inevitablemente mi corazón late con mayor prisa, porque rememora los detalles de nuestra historia, revive sensaciones y demuestra que mucho de ese amor aún sigue ahí, esta escondido cómodamente, intentando que nadie lo vea, ocultando los bonitos recuerdos para no tener que dejarse ver y hacerme asumir su presencia.
Por favor entiende, que si paso tiempo contigo, me hago consiente del cariño que aún te tengo y más duele no haberlo vivido completamente cuando fuiste mío, vuelvo a lamentar mis errores y la culpa por dejarte ir sin dar pelea, me cobra su factura tan acumulada por los años.
Por eso, cada que me miras, con tus ojitos de ilusión y te atreves a preguntar si te quiero… mis labios pronuncian un no, siempre respondo que nada siento por ti, que no te estimo ni te extraño, aunque no sea verdad, he aprendido a fingir para librarme de pagar por mis propios errores.
Vivir así es más sencillo para mí, porque entendí que de nada sirvio amarte cuando decidiste irte con otra persona.