La niña de la calle
10 Dic, 2019
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                           CAPÍTULO 2




Si sabía que era mortal, su cuerpo comenzó a temblar nuevamente, su necesidad de droga empezaba hacer estragos otra vez. Anochecia y ella recorría las calles nerviosamente hasta que volvió a encontrarse con aquel hombre misterioso .

Entre sus desvaríos vio como el rostro del hombre se deformaba en caras de demonios. Asustada, retrocedió.

-No te asustes Violeta, soy yo no tengas miedo.

-Si, es que....nada, ayúdame, por favor estoy enferma, me voy a morir tengo Sida.

-Lo sé pero siempre existe una solución para todo.

-¿Cómo puedes decir eso? Ya no tengo cura.

Violeta todavía vestida con la bata del hospital tuvo un ataque de histeria. Él hombre la cargo y la llevó dentro de un lujoso auto y espero pacientemente a que Violeta se calmara, cuando se tranquilizó el hombre le indicó a su chófer que avanzará.

-Mira Violeta, para todo existe una solución incluso te puedes curar si así lo deseas. Puedes tener dinero, drogas todo lo que te haga sentir bien. Sólo basta que lo pidas.

-Si y a quien se lo pido? Hace mucho que Dios se olvidó de mi.

-Bueno veamoslo así, que haces si vas a una tienda a comprar algo y no lo tienen?

-Pues voy a otra y lo consigo.

-Exacto, si Dios no te da, existe alguien que si, digamos que su competencia.

-Está queriendo decirme que......?

-Si pero planteado como tú lo vez suena feo, mira Violeta ¿Que tienes que perder? Nada.. Tú misma me has dicho que estas muy enferma, te puedes curar tenerlo todo, tendrás al mundo a tus pies. Sólo es cuestión de que quieras.

-No lo sé estoy muy confundida, ya no pienso con claridad.

-Pues escucha niña, esta oportunidad no se le da a todos. Allá afuera existen muchas personas que la valorarían más que tú. Pero esta bien, si no lo aceptas..

Él auto se detuvo y se abrió la puerta para que Violeta bajará, asustada y descalza, no le quedó otro remedio. Cuándo bajo y el auto se alejaba, Violeta grito:

-¡Está bien haré lo que quieras! ¡Pero ayúdame! Por favor no me dejes aqu!

El auto avanzó no se detuvo. Él hombre estaba poniendo a prueba a Violeta, la estaba llevando al límite, la estaba haciendo tocar fondo para que perdiera la fe y poder apoderarse de su cuerpo y de su alma y así poder manipular muchas vidas más.
Violeta enferma y hambrienta diambulo algunos días por lugares que no conocía. No podía apartar de su mente las palabras de aquel hombre. De verdad era un demonio quien le había propuesto venderse está vez?
Tirada y moribunda apareció en un terreno baldío y aquel mensajero misterioso apareció de nuevo.

-Hola lindo día para morir, ¿no creés? Sólo vine a despedirme de ti, ya que no quisiste ayudarme ni aceptar la oferta de mi jefe.

-No, no me dejes por favor, haré lo que quieras pero ayúdame.

-Disculpa Violeta, no te escuche, me podrías hablar más alto?

-Haré lo que quieras.

-Bien veremos que lo que pasa, solo te advierto que con mi jefe no se juega.

La llevó a un departamento y antes de entrar le advirtió.

-Si traspasas esa puerta, no hay vuelta atras
Para Violeta no había vuelta atras desde hace mucho tiempo. Avanzó lentamente dentro de un lujoso departamento lleno de comida y de ropa exactamente de su talla. La joven comió como nunca, cuando terminó de comer el hombre le propuso un brindis, Llevo dos copas con un líquido rojizo.

-Qué es esto? - preguntó Violeta

-Digamos que afianzemos el pacto, algo así como un pacto de sangre. Tomalo rápido porque después te tengo tu regalito.

Le mostró un paquete de cocaina, Violeta apresuró el contenido del vaso e inhalo la droga con tremenda desesperación.

-Yo sé que es poca, ahora necesito que te bañes y te arregles lo mejor qué puedas. En la recamara encontrarás todo lo necesario yo volveré por ti más tarde. Te empezarás a sentir mejor.

-Oye y tu estas seguro que me curare?

-Tal vez, eso lo hablaremos después.

Violeta hizo lo que el hombre le indicó y quedó sorprendida de lo bien que se encontraba no tenía dolor ni se sentía enferma, además su aspecto era increíble. Justo cuando terminó de arreglarse, sonó el teléfono. Era el misterioso hombre, le indicó que bajará y subiera a su auto.

-Violeta pero que bien estas! Mi jefe no se equivoco al elegirte, nos vas ayudar muchísimo.

-Adonde vamos?

-Desde hoy te vas acostumbrar que las preguntas y las órdenes las doy yo y tu solo obedeces.

Paro el auto fuera de un lujoso restaurante.

-Violeta vez aquel hombre sentado solo en la barra? Vas hablar con el y convencerlo a que te invite a su departamento o a un hotel y tendrás sexo. Él dinero no importa yo te daré lo que necesites. Por cierto si lo haces bien yo te daré otro regalito.

-Pero si me acuesto con el, lo contagiare y eso no me gusta.

-Bueno si te quieres curar, tienes que obedecer. ¿Que dices?

Violeta no lo dudo ni un segundo, obedeció, cuando todo terminó aquel hombre estaba esperándola y le dio su ansiada recompensa.

-Porque tengo que hacer esto? - preguntó la chica. Yo pensé que tu jefe me quería a mi, eso de contagiar a otras personas no está bien.

-No tengo por qué contestar pero lo haré. Él bien y el mal son algo tan relativo que no lo entenderías tú, por ti misma, no vales mucho pero si te necesitamos para convencer a otros de que se nos unan. Y por su puesto, la mejor manera de hacerlo es enfermarlos hasta que lleguen a la desesperación, al igual que tú. Los mejores candidatos son las personas que no tienen fe alcohólicos, drogadictos, vagos, mentirosos egoístas....... La lista es interminable ¿como sabes si el que te contagio no trabajaba para nosotros también?
Todo puede suceder, por cierto cuando te hayas acostado con un hombre, escribirás con este labial negro en un lugar visible, "Bienvenido al mundo del Sida". Cada vez que contagies a uno de ellos, estarás curandote un poco. Pero eso sí, tienen que ser muchos para que encuentres la cura total.

Pasaron muchas noches y muchos días Violeta cuando no estaba drogada o borracha, andaba contagiando a otros. Nunca le faltó nada que deseara tenía droga, alcohol, dinero pero cada vez perdía un pedazo de sí misma.
No sabía ya ni cuanto tiempo había pasado, ni con cuantos hombres había estado. En instantes de lucidez, que eran mínimos se sentía vacía y triste y sabía que nada estaba bien. Por fuera lucía como una muñeca pero por dentro estaba podrida.
Un día el hombre la esperaba como siempre para llevarla a conseguir víctimas, Violeta se asomó por el balcón y sintió un fuerte impulso por lanzarse. Se paró en el barandal y salto lo más fuerte que pudo. Él hombre bajo apresuradamente del auto para detenerla pero no pudo impedir que Violeta cayera y se rompiera el cuello. Él misterioso hombre volvió a su auto y se fue apresuradamente. Era obvio que al demonio le servía más viva que muerta. No se conoce la razón exacta de por qué Violeta se lanzó.
Lo único que se sabe es que tenía muchas enfermedades desencadenadas por un sida bastante avanzado.

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Autor: Soujiro kito 
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