Llevaba tantos meses metida ahí, que había aprendido a ser paciente y sentirse calmada. Así que cuando la escotilla del techo se abrió, se sorprendió y no pudo ver la sombra esconderse .Se acercó, subió por la escalera y se asomó con curiosidad. La habitación era completamente verde y había una gran ventana. Al percibirla, cuando se intentó acercar a la figura negra, sonriente y tímida, una jaula-trampa empezó a caer. Se apartó pero resbaló y rompiendo el vidrio, cayó por la ventana. Y la sombra gritó con voz desgarrada:
- ¡Mamá!