Querido niño Jesús...
Ya han pasado años desde la última vez que te escribí, mi verso y prosa han mejorado pero no tanto.
Mi vida ha cambiado y no sé qué rumbo a de tomar.
Mis pensamientos han madurado con el pasar de los años y mis prioridades son distintas.
La inocencia con la que te escribía sin saber la verdad ha mermado como todo al pasar de los años.
He de aceptar que, lamentablemente, no he de creer a veces en ti, no sé en qué o quién creo.
Pero a pesar de, no puedo dejar de agradecer por todo lo bueno y malo que has de poner en mi camino. He descubierto nuevos mundos dentro de cosas que antes parecían insignificantes, he aprendido a ver mis errores y aceptarlos.
He aprendido a amar el sonido de la lluvia al caer y el caer de las hojas en Otoño.
Hoy te escribo de manera desinterasada y sincera, he de admitir que en algún momento volveré a ti.
A veces escribo y digo incoherencias pero sabrás interpretarlas, pido perdón por los pasados, futuros y presentes momentos que olvidaré tu existencia a la par que mi razón de estar aquí.
En fin, gracias por enseñarme que los pequeños detalles son los que importan y lo material siempre será eso, material
Mi más profundo agradecimiento...