Nuestro secreto
14 Nov, 2019
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Una vez me preguntaste que se sentía, como mujer, ese deseo carnal; te causaba curiosidad como nos podíamos deleitar o frustrar mientras ustedes casi siempre se llevan la mejor parte del acto. Uno, todas somos diferentes, cada una tiene sus puntos donde se hiela o se quema por dentro, y dos, todas queremos ser escuchadas o entendidas, incluso en el baile de la pasión .

Por mi parte, bien me conoces para hacer que desee convertirme en una sola contigo, sabes donde presionar, lamer o tan sólo acariciar y eso me vuelve bestial. Pero contigo hay más, al estar contigo apago todos mis pensamientos, porque no hay palabras para describir lo que se siente pensar unicamente con los sentidos. Deleitarme con tus labios, oler tu piel, tan sólo sentir tu tacto recorriendo toda mi piel, oir nuestra respiración agitada y ver unicamente a ti, junto a mi, tratando de ser uno sólo, es como escalar la montaña mas alta y bajarla en un trineo. Eres adrenalina pura.


Así que me tocas, algo sútil al principio, tan solo una caricia o la rozadura de una mano sobre la pierna; luego llegan los besos, cada uno más intenso que el anterior así el primero haya sido tan dulce como una fresa. Y de repente, sin darnos cuenta muy bien cómo, o sin preocuparnos porqué, posas tu mano en mi espalda acercandome a ti, invitandome a entregarte más y más, y yo sin pensarlo poso mis manos en tu cuello, quitando cualqueir barrera que nos separe. No tengo miedo de lo que pasará, mi mente recuerda con una sonrisa, pero mi cuerpo necesita reactivar esas caricias para estar satisfecho. Sólo pienso en que quiero sentir tus manos recorriendo todo mi cuerpo, que sí de marcas se tratase estarían impresas tu huellas digitales en todo mi ser. Hay espacios no físicos que sólo el contacto contigo puede llenar, sólo tú limpias mi alma y la refrescas con nuevo amor.


Y comienza una vez más ese vaivén de miradas, ese lenguaje telepatico en el que pides por permiso y yo te ruego que no tardes más, es la única forma en la que congelamos segundos, en la que quemamos momentos para la eternidad. Por unos instantes olvidamos que existe un mundo, una sociedad y el tiempo, sólo pensamos en que si no hubiesemos coincidido, que vacía sería la existencia. Repasas una y otra vez las caricias, intentas quemar con tus dedos tu nombre sobre mi piel, pero hace mucho ella sólo te responde a ti, se reclama como tuya  y sabes como complacerla. Mi cuerpo es una sierva fiel, y tú eres el refugio a mi soledad, a mi satisfacción y eres la recarga de energía que necesitaba. Juntos ardemos con la intesidad de mil soles. De respente tienes esa mirada de sufrimiento, estas llegando al purgatorio y terminas de pagar tu pena para llegar al paraíso, nuestro paraíso personal.


Pero así como el tiempo se pausa, después de incendiernos con locura, mientras dejamos que lentamente las llamas se consuman, se consume también el tiempo y en pocos segundo vemos como pasa a gran velocidad, como si tufiera afán de coordinar con los otros relojes, con la esperanza de poder callar lo que presencio en esa habitación. Tan sólo respiramos profundo para volver a la normalidad cada corazón, pareciera que cada vez se ensancha más después de cada juego carnal. Lo que comienza en una partida de pareja, en una dupla, termina en una competencia de quién hace más silencio, después de jugar a favor, pasamos a ser contrincantes. Te paso tu camisa sin decir una palabra mientras busco en tu lado de la cama mi reloj y mi collar. Tenemos miradas de complicidad de quienes saben que guardan un secreto en común desde hace mucho, de aquellos que saben que hicieron algo prohibido pero espectacular y ahora viene el precio a pagar. Tú siempre sonríes más cuando te vas, yo siempre me guardo el sinsabor de cuando será la proxima vez. 


Esta vez no hubo tiempo para una despedida, no hubo segundos de sobra para un abrazo o una caricia llena de dulzura y comprensión. No, esta vez ni siquiera hay una última mirada, porque no seríamos capaces de dejarnos ir sabiendo esto. Así que nos vamos cada uno por su lado, con la mente aún en esa habitación, con miedo de que el olor de las hormonas nos delanten, con el corazón un poco más roto, con la insatisfacción que sólo dan las despedidas. A veces los animales son más afectuosos que las mismas personas, somos seres crueles. Me subo al taxi y sólo suelto una lagríma, sabiendo que tendre que callar mis emociones.


En casa, cada uno habla, al princiío con monosílabos, luego con un poco más de confianza y tranquilidad, pero tú y yo sabemos que algo no va bien, hace mucho que no está bien. Ambos sabemos que con cada encuentro extra pareciera que dejamos algo en la habitación que nunca regresa con nosotros, cada vez nos alejamos más. Hay algo que las palabras no pueden llenar y que sólo en nuestros incendios nos acercamos a sentir, es como si pensar nos hiciera daño, así que devolvemos al tiempo lo que es suyo y dejamos que cada día pase con su afán, hasta que concordamos una nueva cita. Repetimos cada paso, tal cuál las veces anteriories, no nos saltamos ninguo ni nos queda tiempo para otras cosas. La misma rutina, la misma sensación, sin saber que un día el tiempo se nos acabará.


 

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