En un oscuro desván
una muñequita dormía,
triste y llorosa al ver
que sin poder evitarlo su dueña crecía.
Conforme más tiempo pasaba
se quedaba más sola,
su dueña había cambiado
pasó de capullo a ser rosa.
La muñeca no entendía
que la niña se hacía mayor,
dejando a un lado el juego
para dar paso al amor.
Un día de verano
cuando más brillaba el sol,
la joven subió al desván
y a su muñeca cogió.
La miró fijamente a los ojos
y después le susurró:
**muñequita yo te quería
pero ya me he hecho mayor.
Recuerdo aquellos momentos
en que contigo jugaba,
tú eras mi mejor amiga
y mis secretos te contaba.
Pero tienes que entender
que el tiempo ha pasado,
y aunque ya no juegue contigo
seguirás estando a mi lado.
Sólo quería que supieras
que no te he abandonado,
tampoco quiero que pienses
que por otra te he cambiado.**
La estrechó entre sus brazos
y de nuevo la guardó,
fue cuando aquella muñeca,
su tristeza abandonó.
La muñeca estaba tranquila
había recobrado la felicidad,
sabía que su amistad con la joven,
jamás tendría un final.
Ha pasado mucho tiempo
y la muñeca está preocupada,
sabe que su gran amiga
volvera a abandonarla.
Su joven y dulce compañera
una anciana es ahora,
el tiempo no perdona a nafie
y algún día llegará su hora.
Y cuando ese día llegue
la muñeca a su lado estará,
pues aunque el cuerpo le abandone
el corazón jamás lo hará...