̶ ¿Maestro y cómo hago para no sentir más dolor?
̶ No se trata de no sentirlo. Conócelo, ábrele las puertas y sé uno con él .
̶ Maestro, pero aun así seguirían estando conmigo.
̶ Por supuesto, por eso no te olvides de ir a bailar bajo la lluvia junto con ellos.
La vida es un incesante camino. El mundo yace a tu lado. ¿Espera algo de ti? , Pues no. Solo esta. La dinámica del día a día, la construyes desde el ser. Lo que te rodea, es producto de lo que eres. Se dice fácil, pero nos cuesta toda una vida comprenderlo.
¿Quién no sufre en la vida? ¿Quién no tiene dificultades? ¿Quién vive eternamente? ¿Quién no busca el amor de su vida? ¿Quién no quiere descubrir su misión de vida? ¿Quién no trata de alcanzar la felicidad?
Todos nosotros dejaremos de existir en un punto determinado del tiempo terrenal. Nadie escapará de este hecho existencial. Es una verdad absoluta. Vamos a morir. Tú, yo y el resto de los mortales. La razón de establecerlo no es para solo, darlo por un hecho irremediable, en un sentido fatalista. Lo que se busca, es que nos hagamos a la idea que debemos sacudirnos, movernos, saltar, correr, bailar, cantar what ever, lo que sea necesario para deshacernos de todo lo que no nos permite vivir a plenitud. Algunas circunstancias tales como: un recuerdo, una mala experiencia, un despido, una enfermedad, un desamor, una mentira, una tendencia sexual, una religión, una crítica, una palabra, una traición, en fin, sea lo que fuere, no puede determinar lo que somos. Y aquí saco a colación una frase que me quedo de la película infantil, el gato con botas, donde el gato junto con su hermanito, el huevo Humpy Alexander roban por diversión y su mamá los reprende con amor y les dice: “Ustedes son mejores que esto”, son palabras sencillas que encierran una verdad transcendental, somos mejores de lo que pensamos, pero muchas veces (incluso toda la vida) nos pasamos el switch y no lo creemos.
¿Qué puede ayudarnos? ¿Quién puede ayudarnos?
La vida no se nos ha dado por gratitud, no estás aquí solo para: Comer, dormir, trabajar, ver TV, responder mensajes en las redes sociales, emborracharte, reproducirte, tener sexo y finalmente morir. Eso sería demasiado básico y aburrido. Y mucho menos, vienes al mundo para ser escogido, bien sea para ir al cielo o al infierno. Partamos del hecho que no existe un antes o un después de la vida, nacemos y morimos. Llegamos y nos vamos.
¿Cómo llevaremos a cabo nuestro viaje, ese al que llamamos vida?
Puede ayudar encontrarle un sentido a la vida. Es un punto en el horizonte que nos hace movernos en una dirección. Sí logramos sincronizar el sentido, la dirección, el movimiento y el posible encuentro inminente de ese anhelo, estaremos en sincronía, esto en su conjunto podríamos llamarle, Felicidad. La Felicidad es un estado permanente no es un puerto, un lugar o un sitio para nuestro descanso final. La felicidad no es un algo que deba encontrarse. Siempre esta en nosotros a nuestra disposición. ¿Por qué no la vemos?
La sabiduría, las técnicas, las estrategias y los senderos que debemos alcanzar para vivir felices están para ayudarnos, pero la meta final debería ser encontrar y hablar con el ser más sabio, poderoso y único que existe en el universo, es un maestro de enseñanzas infinitas. Búscalo sin descanso, llámalo, háblale siempre, ni un solo segundo de tu existencia, te apartes de su lado, ese ser no se encuentra: Ni arriba, ni abajo, ni adentro, ni afuera. Míralo esta allí, contigo. Ese ser, eres tú. Es esa vocecilla que te habló, te ha hablado y aún te habla. Siempre has sido tú y nadie más.
Toda la inquietud que surja en ti para hallarte, debes resolverla sin intermediación, ningún maestro, religión, técnica de hipnosis, meditación o el ultimo boom en materia de reingeniería espiritual trascendental lo hará por ti, pueden abonar el camino, pero en el momento preciso deberás hacerlo por ti mismo debe ser tu decisión, es el libre albedrio. En caso contrario no serán más que una distracción y harán mas largo el camino para finalmente encontrarte.
Recuerdo que en uno de los tantos periodos de vulnerabilidad compleja que he vivido, quede sumido en un entramado de dudas, penas y dolores. Los demonios se llevaban la tranquilidad de mis días. Abatido y cansado del sufrimiento, notaba que las palabras no me alentaban, todo lo que la vida ponía a mi disposición, tenía un efecto ensordecedor en mí, una etapa sin duda alguna desafiante, esa fue mi adolescencia. Tirado en el suelo sin nada que ofrecer mas que la vida, la escuche por primera vez, era una voz severamente dulce. Aparto por unas fracciones de segundos el caos del mundo en el que estaba sumido. Las rodillas sangraban, las heridas dolían y sin saber, el por qué o el cómo, me levante. El todo se intensifico, mis demonios al verse descubiertos atacaron con más fuerza. No he parado de sufrir, pero desde aquel fatídico día para los demonios, procuro encontrarme con esa voz. Ya sé que no estoy solo.
De vez en cuando él (la voz) que soy yo, ellos (los demonios) y los otros (los no demonios) nos ponemos a bailar desnudos bajo la lluvia.
¿Alguna vez te has bañado desnudo bajo la lluvia con tus demonios?
