Ayer me flechó Cupido con un dardo envenenado, fue tanto el daño de tal veneno que ya ni pienso ni tampoco hablo… Fueron dos ojos pasivos los que a mi ser cautivaron, y desde entonces yo vivo un vil destino encantado.
Sí, encantado por lo extraño y vil por lo cruel tramado, yo no comprendo el motivo de este drama encadenado.
¿Por qué sucede que, a veces, siendo el flechazo lanzado, no acierta a dar en el blanco de un ser bienaventurado? ¿Y por qué siendo el veneno el más maligno legado, logra saturar el alma cual más inmundo pecado?
Ayer me flechó Cupido con un dardo envenenado, hoy, con gusto a veneno… me rindo ante un ser amado