Recuerdo cierto programa radiofónico en el que, medio en serio, medio en broma, se trataba de comprobar hasta qué punto podía una persona resistirse o no ante determinada tentación, la mayoría de ellas de contenido sexual. Para ello se ideaban una serie de bromas .
Independientemente de que este tipo de programas sean reales o un mero montaje, yo me pregunto si en este caso la culpa habría de recaer toda en el muchacho por su debilidad o si, por el contrario, la novia también tendría parte de culpa por haberle puesto la tentación en bandeja, aunque fuese de broma.
Ya, ya sé que muchos podrán pensar que, si de verdad uno está enamorado, ha de ser capaz de vencer cualquier tentación. Pero, seamos sinceros, si la tentación termina poniéndose pesada y resulta ser guapa/guapo, simpática/simpático y persuasiva/persuasivo, ¿se puede de verdad vencer o, por el contrario, terminaríamos todos pensando aquello de "a nadie le amarga un dulce"?
Quiza Oscar Wilde tuviese toda la razón cuando dijo aquello de que el ser humano, por naturaleza, podía resistir cualquier cosa menos precisamente la tentación.