¿Cuántas veces mis papás me habrán dicho: "Es que tú no sabes ser humilde"? Cuando no teníamos dinero había que comer huevo con frijoles y la verdad no me gusta el huevo para nada. Con dinero o sin dinero no me lo como, y lo compraban porque con un kilito ya comía toda la familia.
Creo que en ese sentido mis papás malinterpretaban el significado de humildad con el de pobreza o conformismo .Yo no exigía que me dieran un corte rib eye; sólo pedía que no me obligaran a comer algo que no me gustaba para ser la "humilde" que esperaban.
Desde niños nos enseñan a conformarnos con lo que hay. Casi ningún padre, les dice a sus hijos, cuando no hay dinero, que sólo es una mala racha. Creen que son pobres cuando lo único que sucede es que en ese momento no tienen dinero suficiente. La pobreza es un estado de la consciencia y ese estado es el que nos mantiene sin dinero.
Imagina a un pequeño de cinco años escuchando a cada rato que no puede obtener los juguetes que quiere, la ropa que quiere, la comida que le gusta y hasta la diversión que merece o necesita, y que se tiene que conformar con lo que hay. Discúlpenme pero ¡no estoy de acuerdo!
Nadie debería enseñarles a los niños a conformarse con lo que hay. Si no hay se les enseña cómo conseguirlo, cómo revertir la situación, cómo, a pesar de las circunstancias, se puede salir adelante. Y no hablo de cumplir caprichos, hablo de crear o inculcar una mentalidad triunfadora desde una corta edad.
Enseñarles que si alguien les dice: "No puedes". "No debes". "No tienes". Cuestionarlo todo y después ir por aquella cosa que les dijeron que no podían tener.
A nosotros ya nos educaron así, ni modo, pero ya hoy sabemos que las cosas pueden ser diferentes y que podemos cambiar nuestras circunstancias.
Quizá nos cueste un poco más porque lo aprendimos tarde, pero si cada uno de nosotros le enseña a un niño desde sus primeros años, que nació para triunfar y que si se esfuerza puede conquistar sus metas, estaremos cambiando futuras generaciones y poco a poco el mundo saldrá del círculo vicioso donde se encuentra metido.
Si tu vida no es como un cuento de hadas, todo se lo debes a tus creencias, esas que tienes gracias a la sociedad en donde vives, pero principalmente a tu núcleo familiar; no los culpes, ellos solo te enseñaron lo que sabían.
Si lo que crees te hace sentir malestar, miedo, preocupación, estrés o cualquier sentimiento negativo, por favor no le enseñes lo mismo a los niños con los que convives. Enséñales lo que ahora sabes que te hubiera gustado aprender hace mucho tiempo: que la vida es bella, que se hace fácil con las acciones correspondientes, que somos creadores, que escribimos nuestro propio destino, que la palabra imposible sólo tiene significado en el diccionario, que la paciencia y la perseverancia acompañadas del esfuerzo y la disciplina son virtudes únicas y que no se necesita de ninguna religión para tener fe.
No confundamos la pobreza y el conformismo con la humildad, porque hay personas pobres que carecen de ella y ricos a los que les sobra bastante.