Las decisiones difíciles son las acertadas, o eso me dijiste un día. Y le hiciste caso a tu intuición, tomando una decisión que no pareció que para ti fuera muy difícil pero que para mi supuso la llegada de un invierno permanente.
Recuerdo ese día a la perfección: una despedida, lágrimas e incluso abrazos que marcaban el fin de la mejor época de mi vida .Esos años en los que fui feliz contigo a mi lado llegaron a su fin.
Cada uno siguió un camino diferente en distintas ciudades, y eso ha hecho que no nos volvamos a ver desde entonces.
Quizás sea mejor así, tú has sido capaz de seguir con tu vida mientras yo me estanqué y decidí aislarme de todo y todos.
Nunca pensé que esa decisión me hiciera cambiar tanto, pero me equivocaba; no soy la misma que antes. He dejado de creer en el amor y sobretodo he dejado de ilusionarme, me he vuelto distante y seca; pero eso no es todo, me he cubierto con un escudo que no creo que se pueda derribar nunca.
Aquel día empecé una vida nueva llena de frío y dolor, aquel día descubrí que las decisiones difíciles pueden ser las acertadas para unos y no para otros, y que quien quiere de verdad siempre sufre.
Y es que a pesar de todo el dolor no puedo negar que te echo de menos, echo de menos todo de ti e incluso nuestras peleas, esos abrazos que me salvaban, las sonrisas que me sacabas y nuestras noches haciendo el amor.
Porque aunque todo eso terminó, te seguiré queriendo.