Querido escritor:

Esta mañana he despertado con un sabor de boca algo amargo, ni bien me bebí una tinta me dispuse a escribir. Es que si no lo hago me muero .

Seguro moriría de tristeza y eso me pasó hace no muchos años cuando a un engreído se le ocurrió inventar la tecnología. Yo también tengo mis problemas, apenas salgo de una y la humanidad ya me está metiendo en otra. 

¿Sabes lo difícil que fue acostumbrarme a tener la tinta dentro? Primero me movía cual pluma al viento —literalmente—, pero alguien pensó que era complicado, también trabajoso y, sin mi consentimiento, me pusieron dentro un tubo lleno de color. De acuerdo, evolucionar o morir, ¿no dicen? Apenas me repuse y ya los noveles estaban dejándome fuera cual inútil.

¡Ay tecnología! Pero está bien, ahora mi estilo suele ser digital y aquí sigo aguantando lo que quieran hacerme con tal de que no me vayan a dejar.

Luego vienes tú, a decirme que te vas, que ya no quieres escribir porque crees no la das. ¿Disculpa? Ya veo porque no la das. Es que quien se rinde nunca dará ni la mitad. 

Estoy aquí para clamarte que me uses. Hazme tuya de mil formas hasta que encuentres tu forma.

El principio de algo siempre apesta, pero finalmente evoluciona, ¿no me ves a mí? "La pluma del futuro", seguro Shakespeare no lo imaginó jamás. 

La práctica te hará "el escritor" y es que, en lugar de decepcionarte de tus "porquerías", disfrútalas y luego despídelas porque siempre viene algo mejor hasta que lo mejor se vuelve grandioso y lo grandioso irremplazable. ¿Nunca te han hablado de la perseverancia? 

Yo qué sé lo que te pasa, ¿no? Sólo soy una pluma, pero tengo en la memoria grabado el recuerdo de aquellos escritores que siendo nada no dejaban de buscarme. Recuerdo lo feliz que me ponía que ni un descanso me otorgaban. 

A veces me admiraba que sus muñecas aún cansadas no paraban de bailarme. Y luego ocurría, inevitable con ese tipo de escritores. La fama los cubría. ¿Pronto? Seguro no ¿Tarde o temprano? Seguro sí. Pero, y sí, enfatizaré este pero, no si no me buscas a diario, por lo menos una vez al día, por lo menos unos minutos, por lo menos unas palabras.

Tú sabrás si quieres seguir recibiendo mis cartas, porque ya sabes a quién le escribo. Así que por favor recuerda, novato amigo, que si te esfuerzas terminarás  pareciendo un escritor nativo.

Con todo mi cariño: la pluma.