No te enojes
19 Jul, 2019
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¿Otra vez te pasó? No es culpa de nadie, sólo tuya, y sí, también me ha pasado, pero siempre es nuestra culpa, siento decirlo.

El corazón bombea sangre con presteza y eso no le hace bien, pero —insisto— no es su responsabilidad, sino nuestra. Lo hace cuando detecta que algo no anda bien .
Es tan perfecto que prepara los músculos por si acaso tenemos que correr y salvar la vida.

Algo de colesterol invade el corazón y de paso las arterias.

La respiración aumenta de manera desmedida lo que puede afectar la capacidad pulmonar.

Las células envejecen en cuestión de segundos y no dejemos de lado ese pequeño desbalance hormonal que produce ácidos gástricos; algo que fácilmente se puede convertir en úlcera o reflujo.

Y eso es sólo un poco de lo mucho que le ocurre al interior del cuerpo desde el cerebro hasta la punta de los pies.

Lo peor: decimos cosas que no queríamos decir y cinco minutos después nos arrepentimos.

Cuando nos enojamos: envejecemos, dañamos al cuerpo y lo enfermamos.

¿De verdad es tan importante tener la razón?

¿Vale la pena hacerte tanto mal por un disgusto?

No tengo la menor idea de cómo son tus relaciones allá, fuera de las redes sociales, pero yo digo basta, basta de herirnos entre nosotros por nuestras diferencias de pensamiento, de creencia, de educación, de religión, de política o de cualquier opinión.

No es posible que permitamos que cualquiera tome el control de nuestras emociones y nos hagamos esto. Sintiendo rabia porque alguien nos insultó o insultó nuestras creencias, porque se burló o porque nos desacreditó.

¿Qué importa? ¿Qué más da? Sí yo soy así y pienso así, si estoy segura de que lo que creo es lo correcto o al menos lo correcto para mí, que hablen lo que quieran.

Mientras te enfadas por tener un desacuerdo con alguien, tu cuerpo está sufriendo las consecuencias. ¿De verdad quieres hacerle eso?

Porque se lo haces mientras piensas en una manera "inteligente" de responder, mientras maquinas una venganza o mientras piensas en cómo provocar daño. La persona a la que quieres afectar no sufre, ni siquiera se entera. En cambio tu cuerpo se derrumba por dentro y eso lo estás eligiendo deliberadamente, no la persona que te ofendió, sino tú, por no dejar pasar el mal rato y aferrarte a él con ira,  por no ignorar a quien te causó problemas.

Si alguien nos ofende, nos critica, nos lastima o nos falta al respeto, es su opinión y no nos convertiremos en su percepción sólo porque esa persona crea algo diferente de nosotros.

¿Qué ganamos con empezar o seguir una discusión? Lo dicho: dañarnos y maltratar al cuerpo porque, la verdad, ¿quién gana algo bueno con esa clase de interacciones? 

Dicen las estadísticas que, últimamente el bullying y los haters están aumentando considerablemente, y las personas se asustan y sorprenden por ello, como si eso estuviera fuera de nuestro control. Cuando dejemos de atacar, agredir y criticar, esos números descenderán.

Somos responsables y nos sumamos a las cifras cuando comentamos, respondemos, compartimos o nos burlamos de dichos ataques.

¿Esa es la clase de persona que queremos ser? Yo no, de verdad que no, ¿y tú?
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