Suena el timbre de la habitación. El eco retumba en los deseos de Estela .
Hace unas horas, la tristeza se desbordaba en su pecho. Una gran agonía le recorría el alma. ¿Por qué? Miles de veces se torturo con la misma pregunta. La respuesta no cambiaba. Qué razón tenía entonces continuar torturándose.
Prepara una copa. Toma la prensa, no le interesa las noticias su intención es ir por los anuncios. “Cuerpo exuberante. Moreno Dotado.”, “Piernas largas. Viril. Amor a la italiana”, ... uno a uno, pero ningún le dio buen feeling. Pero el destino le interpuso un sonido de hombre en sus labios, Te encontre. Articulaba mientras leía. A-L-E-J-A-N-D-R-O. “Amante nocturno. Me amaras por siempre”. La decisión estaba tomada. Marca el móvil y concertó la cita.
La puerta va a reventar. Estela camina con un largo camisón, la transparencia precisa las curvas de sus senos, la ropa intima revela la amplia carnosidad de sus labios íntimos apenas disimulados por sus largas piernas. Va decidida.
La primera impresión es emocionante. Alto. Cabellera larga azabache. Ojos amplios y sombríamente azules. Los labios relucían exageradamente rojos mas bien eran tintos. Las facciones de su rostro denotaban un halo distinto a lo normal, no en cuanto a la belleza o el erotismo. Era otra cosa. Su voz. Su elegancia. Su mirada.
̶ Buenas noches. Mil disculpas por la demora. ̶ Alejandro hace una reverencia. Le toma la mano. Su tranquilidad se ve comprometida al rozar sus labios con los pálpitos de las manos de Estela. Le recorre una emoción instintiva.
El juego comienza. Caminan juntos por el corredor del piso. Alejandro no deja de observarla. La silueta posterior le provocaba lujuria. Notaba la piel delicada de su doncella. Saborea sus labios.
Ella siente ese deseo de su amante. El sentido de la pasión, le indica deseos oscuros. Procura unas copas, un tinto avivara las ganas incontrolables de tenerse el uno y el otro.
̶ Me desespera tu calma ansiosa. ̶ Indica Alejandro al momento de sorber un trago sin dejar de mirarla. Su alma deja de ser fría, siente que palpita más. La sed lo seduce. Le tiene ganas.
̶ Tu serenidad elegante hace que agonice más rápido de lo debido. ̶ De un solo empuje sorbe toda la copa.
Las cartas están sobre la mesa. No hay discusión. Tiernamente sus pasos se aproximan, la muerte les espera. Se deshace de la bata traslucida. Acelera los protocolos de la intimidad y avanza despojándose de todo. Ya en los predios del cuerpo del amante alfa. Esta sumisa. Llega desnuda.
Alejandro encierra su mirada. Hace lo propio. Igualmente le muestra su masculinidad y virilidad. Esta sumiso. Y se aproxima desnudo.
Colisionan. La toma con ambas manos. Sujeta su cuello. Lo lame sutilmente. Esta fresca. La siente jugosa. Le roza son sus dientes. Ligeramente le hace una ínfima herida.
Estela se desvanece un poco en sus brazos. Pone un poco de empeño. Respira profundo. Vuelve al rodeo. Toma la amplia masculinidad de Alejandro, esta ardiendo. Nota los espasmos de sus caderas. Ella también los tiene. No entiende lo sucedido, pero ambos hace un momento estaban en medio de la cocina y ahora ella daba contra la pared.
Levanta su pierna. Queda expuesta. Él va por ella. Le complace. Ella gime. Vuelve a perderse un poco. Quiere desfallecer, pero respira y le muerde el pectoral y a la vez la clava las uñas en su espalda. El aúlla. Le hunde sus ganas y aprieta la pelvis. Rechinan sus tetas contra su cara. Le muerde las aureolas enrojecidas. Se va a morir. Casi se cae. El macho bravío le devuelve la vida. A penas vio el blanco y allí clavo sus dientes. Mas fuerte de lo normal. Ella regresa y le muerde los labios. De ambas heridas brotan gotas de sangre.
Alejandro la levanta bruscamente y sus sacudidas son mas profundas. Arden. Se queman las pieles. Sus quejidos de placer son salvajes. Le quitan el silencio a la noche.
Estela y Alejandro han roto el pacto nuevamente. Cada cierto tiempo se encuentran. Lo tienen oculto. Es un amor prohibido. La luna en eclipse les permite escabullirse.
Los vecinos se arropan despavoridos. Cada vez es mas frecuente escuchar aullidos en los eclipses de luna.
Los licántropos y los vampiros también hacen el amor.