̶ ¿Estás lista?
Alisa se sienta en el sofá.
̶ ¿De espaldas o de frente?
Christian pone más grueso el tono de la voz.
Alisa se coloca de espaldas. Cuando un cuerpo con las curvas que tiene Alisa yace en una base estable, sale a relucir lo pronunciado de su trasero y la redondez de su cadera.
Christian se toma el trago por completo, deja el fondo blanco .
̶Sería tan amable de quitarse la bata. ̶Siguiere Christian.
̶Y porque no me la quitas tu. ̶Responde sin voltearse.
Christian toma aire y desliza sus manos por debajo de la cintura de Alisa. Desata el nudo de la bata y procede a quitársela.
La toma de los hombros y la levanta del sofá. Sin quitarle la vista de encima. Desabrocha la correa del pantalón y le baja el cierre. Alisa siente que la garganta se le seca. Sin dejar de ejercer fuerza le baja el pantalón, enseguida sale a relucir la diminuta ropa interior. Es de color blanco. De rodillas le termina de quitar el pantalón. Aunque la habitación es Smart y regula la ventilación por si sola, Alisa siente calor. Se incorpora y le quita la blusa. Sus senos pronunciados quedan expuestos. Su piel es blanca. La piel de Christian es oscura, son un hermoso contraste y se complementan. Le desabrocha el sostén. Y finalmente le quita la diminuta prenda intima.
La recuesta en el sofá. Ahora Alisa está en todo su esplendor. Desnuda y de espaldas. Christian se pone aceite y crema en las manos. Las frota para temperarla, darle calor y no cause escalofríos. La mano amplia se posa primeramente en la parte posterior del cuello. Alisa sintió un escalofrió amplio. Las manos tibias comienzan a dar semicírculos sobre los músculos exteriores del cuello de Alisa. La incontrolable sensación de placer le hace apretar su vientre contra el sofá cama.
Retoma los aceites y las cremas. Las pone nuevamente a temperatura. Ahora recorre la columna vertebral. Utiliza el dedo índice y medio. Marca cada una de las vértebras. Hace una línea desde el cuello hasta la base del coxis. La piel delicada de Alisa se enrojece. La presión de los dedos de Christian se incrementa. Se coloca encima de ella para masajear con mayor amplitud.
Alisa está en una ensoñación. Siente cada toque y presión de su amante. Sus pezones están erectos. Su intimidad se humedece. Está a merced del placer. Y a la vez siente relajación. Las manos de Christian y la conexión intima la llevan a querer mucho más.
̶ ¡Dios mío! ̶Exclama Alisa buscando aire.
Las manos alcanzan su vientre. Es tibio. Prosigue con la pelvis. Los bordes internos de los muslos. La exclusiva imagen que tenía Christian era de muerte lenta. No había ningún tipo de desperdicio. Sus pliegues íntimos lucían hermosos y llenos de vida palpitante. Las carnosidades color carmesí se enjuagaban en sus propios jugos. Le masajea los pies. La increíble zona sensorial que ofrecen los pies hace que la persona sienta un placer muy parecido a un orgasmo. De acuerdo a la reflexología, existen terminaciones nerviosas que unen todos los órganos del cuerpo con nuestra planta de los pies. Por eso es que resulta tan íntimo y se siente bien que nos masajeen los pies. Christian suena las dos palmas y dice namaste para indicar que había terminado la sesión.
Alisa abre los ojos. Esta en modo casería. La sangre en ese modo de ataque fluye principalmente a los músculos. La acción que le sigue es instinto puro.
Los esquemas de su vida caen. El cuerpo de Alisa esta convertido en un rio. Poco a poco la propuesta de amar le recorre cada parte de su humanidad. Quiere ser amada. La tempestad que ha surgido por el roce de las manos de Christian en su piel y los masajes, le han dado ansias, no quiere calma, su cuerpo le pide más. Trae sobre sí misma, a Christian. Su flor. Lo que le hace ser mujer crece en emoción. Alisa lo siente. Nota sus pálpitos. Lo voltea y se sienta sobre él. Le besa sin piedad. El pensamiento se enfoca en darle besos perfectos. Sus piernas están hechas un inmenso mar bravío. Le arranca los botones de la camisa. Sus mordidas hacen impacto en distintas partes. Cuello. Pecho. Abdomen. Desabrocha el pantalón en modo de desespero. Se toma la libertad de quitarle lo último que lo hace, un ser humano domesticado. Su ropa interior cae. En completa desnudes. Sigue su ataque incesante de besos. Christian la toma de la cintura. Y con la otra mano se aferra a su cuello. Siente mejor tomarla con ambas manos. Introduce sus dedos en la cabellera abundante de Alisa. Sus besos apenas les permite tomar el aire necesario para no desfallecer.
Sus cuerpos se sincronizan, se encuentran. Sus rincones más ocultos entran en sincronía. Les cuesta abrir los ojos. Están tan cerca que sienten esa profundidad única que se experimenta cuando uno esta tan dentro del otro. No existe ningún momento de calma. La voz suave golpea el oído de Christian, le confirma que siga así. Su deseo crece y crece, parece que los fuera a desbordar. Sus huesos rechinan. Sus cuerpos van a colapsar. Las puertas del cielo se abren de par en par. El pulso alcanza la velocidad de la luz. Esa relatividad del tiempo, crea un instante donde no existe un antes o un después. Es un eterno ahora. La cúspide del deseo los lleva a sucumbir. Un escalofrío mortal les recorre la piel. Un beso profundo ahoga el gemido final de Alisa que se desvanece. Sus piernas quedan sin fuerzas. Christian se aferra. Alisa se aferra. Ambos quedan aferrados. Un abrazo eterno les cubre.
Pasa un momento. Se miran con inmensa ternura. Acaban de entregar lo más preciado que tiene un ser humano. Lo íntimo de su cuerpo.