Rosa marchitada
25 Jun, 2019
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Tu partida me ha tomado de imprevisto. Nunca hubiera pensado que aquel viaje, era el último que íbamos a hacer juntas .

Aquel viaje el cual no era para irnos de vacaciones, sino a un centro con cuatro paredes blancas en el que pierdes la noción del tiempo.


Abuela, aquí abajo te echo mucho de menos. No te harías ni a la idea de todo lo que han cambiado las cosas. En cada lugar que paso, hay un recuerdo tuyo, como si todavía estuvieras presente, pero no lo estás.


Así como también estas presente en mis sueños. Pareces tan real... Cuando rozó el borde de poder abrazarte, de poder darte un beso, me despierto. Y corriendo vuelvo a cerrar los ojos para volver a verte, y sentir que sigues conmigo, que sigues en este mundo, que me levantaré e iré a tu habitación y te encontré en tu cama como todas las noches. Pero no, ya no estás, te has ido. Te has marchado muy rápido, y no me ha dado tiempo a despedirme.


Pero... ¿Acaso nos quedamos alguna vez conformes con la despedida de un familiar que no volveremos a ver?


Desde mi punto de vista no. Estuve contigo hasta el final, todos los días en el hospital, tu último cumpleaños en esas cuatro paredes blancas que pinte con rosas y regalos de todo tipo para que te sintiese como en tu casa. Pero no estabas en tu casa abuela, tu casa está aquí, desde donde te escribo. O quizás si era tu casa, ya que tu casa somos nosotros, tu familia.


Intento no llorarte por que se que no te gusta verme llorar, pero un día como hoy no puedo evitarlo. Un día como hoy y como muchos otros en los que te extraño...


 


Te quiero mucho... 


Continuara…

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