Desde el nacimiento, la vida es un enigma que se profundiza con cada año que pasa. Anhelamos certezas, respuestas que nos permitan comprender quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos .Sin embargo, la paradoja es que, cuanto más crecemos, más preguntas surgen.
A medida que evolucionamos, el mundo se vuelve más complejo y es fácil sentirse desorientado. Nuestras emociones se intensifican, y manejarlas se convierte en un desafío cada vez mayor. Desde los 12 años, he experimentado un creciente miedo a crecer, una sensación de no estar preparada para los cambios constantes de la vida. Con el tiempo, este miedo se transformó en ansiedad, una emoción abrumadora que aún hoy intento comprender y gestionar.
Crecer es como navegar en un mar lleno de incertidumbres. A veces, las olas de la ansiedad pueden parecer demasiado grandes para superarlas. Pero cada desafío que enfrentamos nos acerca más a conocernos a nosotros mismos y a desarrollar habilidades valiosas para afrontar el futuro. Aceptar que la vida es un proceso de constante aprendizaje y cambio puede ayudarnos a vivir el presente con mayor plenitud.