Cuando estaba pasando por una situación crítica en mi vida, la verdad deseaba con todas mis fuerzas que se solucionara por arte de magia, que el Dios del Cielo se apiadara de mí y me quitara del pozo profundo, pero me daba cuenta de lo inmadura que era en muchos aspectos, el grado de impaciencia que tenía era evidente. Pero en estás circunstancias aprendes a valorar lo que antes no podías ver, saber que no es necesario estar acelerados, estresados y preocupados todo el tiempo, que las personas que te rodean son tan importantes y requieren de dedicarle tiempo porque no siempre van a estar allí, asumir que no podes controlarlo todo, pero tomar la iniciativa de ir paso a paso, sin rendirse .Agradeciendo aquellos pequeños detalles que experimentas vivir.
Creo que no soy la única, forma parte de nuestra naturaleza humana. Abrazar nuestros momentos más dolorosos y sacarles el mayor provecho para crecer, es la clave. Si buscamos a Dios, él nos ayuda a verlo desde una nueva perspectiva, y el problema nos transforma para bien, todo depende de la actitud.
