Entre el amor y el tiempo
26 Oct, 2024
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Martín, con apenas diecisiete años, no encajaba en su mundo. Mientras sus compañeros de clase discutían los últimos avances tecnológicos, se obsesionaban con las redes sociales y pasaban horas editando sus fotos para Instagram, él sentía una desconexión profunda .

Era como si hubiera nacido en la época equivocada. Las constantes notificaciones, los mensajes vacíos, las conversaciones que giraban alrededor de lo superficial lo sofocaban.


En su habitación, el refugio donde se aislaba de ese mundo digital que tanto despreciaba, había pósters de bandas de rock de los años 80, VHS de películas y una colección de vinilos de su padre. Martín pasaba horas escuchando los acordes de guitarras eléctricas que sonaban desde un pasado que no conoció, pero que sentía como propio. Su preferida era The Breakfast Club, una película que retrataba adolescentes de otra época, sin celulares, sin filtros. Ese era el tipo de vida que él quería, simple, auténtica, lejos del ruido constante del presente.


—Es todo tan superficial —murmuraba a sí mismo cada vez que abría Instagram y veía la cantidad de likes y comentarios vacíos que se intercambiaban sus conocidos. Cerraba la aplicación, molesto, y volvía a sumergirse en su música, anhelando escapar a una época donde, según él, todo parecía tener más sentido.


Una tarde, cansado de sentirse un extraño en su propia generación, se dejó caer en su cama, con los auriculares a todo volumen, escuchando "Take on Me" de A-ha. Cerró los ojos, deseando con todas sus fuerzas poder vivir en esa década que tanto idealizaba, donde no existían las redes sociales y las interacciones eran más reales. Y, de alguna manera inexplicable, su deseo se cumplió.


Cuando Martín abrió los ojos, no estaba en su habitación. El entorno había cambiado por completo. El sonido de la música seguía, pero ya no era a través de auriculares; salía de una radio antigua en un bar pequeño y cálido. Las paredes estaban decoradas con neón, las personas vestían de forma diferente, con colores llamativos, chaquetas de cuero y peinados esponjados. No había celulares a la vista, solo risas y charlas genuinas entre amigos.


Confundido, Martín salió del bar y vio carteles de películas en cines que solo había conocido por su amor por los 80. Había llegado, de alguna manera, a la década que tanto había anhelado. Caminando por las calles de ese nuevo mundo, fascinado, sintió que por fin pertenecía a un lugar. Se sentía libre, como si finalmente estuviera donde siempre debió estar.


Una noche, en una fiesta donde sonaban éxitos de rock y pop de la época, la vio. Luz. Tenía una sonrisa brillante y un aire despreocupado que lo atrajo de inmediato. Se conocieron casi sin darse cuenta, cruzando miradas mientras ambos intentaban bailar en el centro de la sala. Hablar con ella fue como respirar aire fresco. Luz no necesitaba filtros, ni aplicaciones, ni likes. Sus conversaciones eran profundas, auténticas. Martín se enamoró de su sencillez, de su risa, de la forma en que ambos parecían encajar a la perfección en ese mundo.


Con el tiempo, sin embargo, empezaron a surgir problemas. Aunque Martín intentaba ocultarlo, había cosas que no entendía, referencias culturales que para Luz eran evidentes pero para él eran ajenas. El lenguaje, los modismos, las pequeñas diferencias de una época que no había vivido realmente comenzaron a marcar una distancia entre ambos. Luz no entendía sus silencios, y Martín no encontraba las palabras para explicar lo que sentía. A pesar de su amor, el peso de pertenecer a mundos distintos empezaba a hacerse evidente.


Una noche, mientras caminaban juntos bajo las luces de una ciudad que nunca dormía, Martín supo que su tiempo en los 80 se estaba acabando. Sentía que esa década, por más mágica que pareciera, no era realmente su hogar. Luz lo notó también. Ella, intuitiva y perceptiva, sabía que algo no andaba bien.


—No sos de acá, ¿no? —le dijo, mirándolo a los ojos con una tristeza que le rompió el corazón.


Martín asintió en silencio. Quiso explicarle, pero las palabras se le atragantaban. Sabía que la despedida era inevitable. Esa misma noche, con lágrimas en los ojos y el corazón hecho pedazos, se despidieron bajo un cielo cubierto de estrellas. Luz lo abrazó con fuerza, como si quisiera aferrarse a él para siempre.


—Te voy a extrañar —susurró ella, mientras Martín la abrazaba, sintiendo que se desgarraba por dentro.


Esa fue la última vez que la vio. Al día siguiente, Martín despertó en su habitación, de vuelta en el presente. Los pósters, los vinilos, la tecnología que tanto odiaba, todo estaba ahí. Pero algo había cambiado. Luz seguía presente en su mente y en su corazón, pero él sabía que no podría volver. Su lugar, por más que lo hubiera idealizado, no estaba en los 80. Su destino estaba en el presente, por más desolador que le pareciera.


Martín intentó seguir con su vida, pero no podía dejar de pensar en Luz. ¿Había sido todo un sueño? ¿O realmente había viajado a otro tiempo? La incertidumbre lo carcomía, así que decidió investigar. Pasó semanas buscando pistas, información, tratando de encontrar a Luz en archivos antiguos. Un día, después de horas de búsqueda, encontró un artículo de un periódico local del  año 2009. Allí estaba: Luz había fallecido hace quince años en un accidente de auto. Ella, la mujer de la que se había enamorado en ese tiempo extraño, había tenido una vida completamente diferente, una historia que él nunca conoció.


Martín quedó devastado. El amor que había encontrado, ese que creía tan real y perfecto, se esfumaba ante la cruda realidad. Luz había sido real, pero también era parte de un pasado que no le pertenecía, una historia que él no podía cambiar ni revivir.


Aunque la tristeza lo acompañó durante mucho tiempo, con el paso de los meses, Martín empezó a aceptar su realidad. Los 80, por más mágicos que fueran en su mente, no eran su hogar. Su lugar estaba en el presente, en el caos de la tecnología y el materialismo. Pero ya no lo veía de la misma manera. Había aprendido que, aunque anhelara el pasado, su verdadero desafío era encontrar significado en el presente.


Luz siempre estaría en su corazón, pero su historia era parte de un tiempo que nunca podría recuperar. Y Martín, aunque marcado por esa pérdida, entendió que la vida sigue, que no se trata del tiempo en que vivís, sino de cómo elegís vivir.


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DaniEstrada 308 puntos 26 Oct, 2024 DaniEstrada 308 puntos
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26 Oct, 2024
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