Juliana y el espíritu maligno de Bartimeo
10 Ago, 2024
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En un hermoso día soleado, Bartimeo se acerca a la florería Baltazar para comprar unas bellas flores para su hermana, que estaba a punto de casarse. Allí conoce a una vendedora llamada Juliana, a quien no deja de mirar porque ha capturado intensamente su atención .

Ella se dio cuenta, pero él, siendo tímido y reservado, no se atrevía a invitarla a una cita. Procuraba con mucho esfuerzo que no fuera evidente, pero sus nervios y tartamudeos lo delataban. Sin embargo, a ella le parecía tierno, lo cual la llevó a interesarse en él. Además, al mostrarse tan misterioso despertaba curiosidad, queriendo descubrir lo que había detrás, y presentía que se llevaría una grata sorpresa. Entonces tomó la iniciativa y lo invitó a salir. Él quedó perplejo, debido a que no tenía esperanzas de que su imaginación se convirtiera en realidad, y, frotándose el cuello como señal de nerviosismo, le dijo que sí. Así comienza esta historia entre un chico cohibido y callado y la chica más risueña y extrovertida. Juntos formaban una excelente dupla, se entendían, lo cual es lo indicado para una relación.


Con el paso de los años, su vínculo se fue fortaleciendo. Ambos soñaban con viajar por el mundo, así que decidieron realizar un proyecto juntos. Ahorraron para comprarse una casa rodante y viajar por toda Sudamérica, deseando recorrer regiones poco conocidas y absorber sus culturas, costumbres y comidas típicas. Finalmente emprendieron esta travesía desafiante. Solo se tenían el uno al otro ante tan peligrosa misión. En el camino enfrentaron climas muy calurosos y fuertes tormentas, y en ciertas ocasiones a peligrosos maleantes. Pero, gracias al cielo, permanecieron a salvo. Después de haber llevado ese estilo de vida durante cinco años, creyeron que había llegado el momento de regresar a casa y estabilizarse en un lugar fijo. Con ánimos de concretar otros objetivos, se asentaron en Buenos Aires. En un momento dado, se encontraban en una cafetería. Bartimeo se había olvidado de algo en el automóvil, así que cruzó la calle cuando un camión, desesperado por llegar con el cargamento a tiempo, continuó a toda marcha sin importar el semáforo en rojo. En ese preciso instante, a causa del impacto del vehículo, la cabeza de Bartimeo se estrelló contra el pavimento. Sin brindarle la oportunidad de decir adiós al amor de su vida, se fue para siempre. La gente se agolpaba para ver el incidente, y Juliana no sabía de qué se trataba hasta que se dirigió hacia la gran tragedia. Ese día marcó un antes y un después en la vida de ella.


Pasaban los días y la ausencia de su ser amado pesaba mucho en el corazón de Juliana, tanto que iba todos los días al cementerio a derramar sus lágrimas. Imploraba que la muerte le devolviera a su querido Bartimeo; no se sentía preparada para tan repentina partida. La sorpresa desató una profunda angustia en ella; su alegría se había ocultado. Un día, mientras estaba sola en su casa, recolectando las cosas que pertenecían a Bartimeo porque le llevaban a recordarlo, en sus búsquedas se topó con un viejo periódico. En la portada leyó un fragmento referente a la conexión con los muertos, lo cual despertó un anhelo incesante de volver a ver a su compañero de ruta. Haría lo que fuera necesario para reencontrarse. Halló a un brujo que le pudiera devolver a su Barti. Para ello, debió pagar una suma importante de dinero. Le pidió las pertenencias de su pareja para realizar el ritual e invocar su espíritu. Al terminar, el brujo le dijo que él se encontraba en su casa y que, las veces que quisiera, podría llamarlo por su nombre y aparecería.


Juliana, con grandes expectativas, volvió a su casa y pudo notar a Bartimeo esperándola en su puerta. Ella, con toda emoción, se dirigió para abrazarlo, pero se dio cuenta de que no podía hacerlo, ya que no estaba compuesto por materia. Tenía las mismas características de su personalidad y voz que cuando estaba vivo, lo que maravilló a Juliana. A las pocas semanas, el espíritu de Bartimeo comenzó a llevar a cabo sus travesuras en el vecindario. Se rumoreaban muchas cosas en la cuadra sobre cosas paranormales; los vecinos vivían con temor. También, de un día para otro, el espíritu la trataba con una actitud burlona, lo cual le resultaba extraño porque él nunca había sido así estando vivo. Llegó un punto en el que ya no la dejaba dormir. Juliana le decía que se detuviera, pero Bartimeo hacía caso omiso. Entonces, decidió ir a reclamarle al brujo para que solucionara el problema. Como consecuencia, al realizar un encantamiento, atrajo a otros espíritus. Creyendo que se había resuelto, retomó su vida normalmente.


Estos tres espíritus malvados hicieron de la vida de Juliana un completo infierno durante meses, mientras causaban desastres en el barrio y asustaban a las personas. Constantemente recibía burlas de parte de ellos; le decían que era fea y que no servía para nada. Los objetos se movían en su casa, manipulaban la electricidad, y a donde ella iba, la seguían. Estando con sus familiares, no podían creer el mal estado en el que se encontraba, e incluso la molestaban al estar alrededor de ellos. Su familia creía que se había vuelto demente a causa de la muerte de Bartimeo. Estos seres diabólicos provocaban que gritara, llorara amargamente y viera cosas que no existían. Cruzaron los límites, alcanzando niveles escandalosos, distorsionando la manera en que Juliana percibía la realidad. El ambiente se tornó pesado y estrepitoso en su hogar.


Juliana no sabía qué hacer. Si acudía al brujo, solo empeoraría las cosas. Ella creía que estaba maldita y no habría forma de librarse de estas tres entidades. Entonces, consideró que la única vía para acabar con la tortura sería suicidarse, pensando que se sentiría aliviada y podría encontrarse realmente con Bartimeo. No obstante, una luz brillante surgió en su habitación, deslumbrando tanto que los traviesos huyeron; no soportaron tanta majestad y autoridad. El ángel del cielo había descendido para socorrerla mediante los pedidos de auxilio. El ángel la envolvió en paz y le dijo que estos espíritus eran realmente demonios llamados Neroth, quien se camufló como Bartimeo, y sus cómplices Malakai y Korath. Le mostró que el mundo invisible está conformado por dos poderes: el ejército del bien y del mal. Además, enfatizó que con la muerte no se debe jugar, y agregó que los demonios vienen en forma de seres queridos para atormentar a las almas de los ingenuos. Ella le preguntó cómo podía disolver lo que había hecho, a lo que él le respondió que para quebrar esos trabajos de brujería que la enlazaban debía seguir sus instrucciones y culminó diciéndole que debía proseguir con su vida, dando por sentado que aquellos que ya no respiran dejaron atrás este mundo tangible como lo conocemos.


Juliana superó la pérdida de su querido Bartimeo, pero lo recordaría el resto de su vida. La casa que construyeron juntos la vendió; la tristeza de habitar en aquel lugar no la toleraba. Decidió venderla y cumplir su sueño de vivir en Europa. Aprendió que cuando la muerte llega, no hay más remedio que asimilarlo y permitir que la vida siga su curso, aceptando el destino, sin alterar las circunstancias.


 


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Aclaración: Los personajes son ficticios.

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