El destino del infierno que te condena
6 Ago, 2024
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Hoy vengo a romper el estereotipo que se formó acerca de Dios, en donde las personas creen que está sentado en su trono condenando todos los días a las criaturas vivientes, y la verdad es que el pecado que habita en el corazón humano es lo que lo condena y separa de su Creador, es decir, todo lo que lo lleva a cometer actos aberrantes, desde asesinatos hasta algo tan cotidiano como criticar a tu prójimo, que es tu semejante, porque está compuesto de la misma maldad, de la cual no estás exenta. 


Por eso, en una ocasión más vengo a enfatizar en la importancia sobre que el enemigo no es el Creador de todas las cosas, sino la culpa la tiene el pecado y los enemigos espirituales que constantemente acechan en la vida de las personas, manteniéndolas por completos zombies para que no se den cuenta de la realidad en la que viven, entonces las engañan con pensamientos de que la vida es corta y no pasa nada, hay que divertirse, por lo tanto, rompamos las reglas, hagamos lo que se nos plazca, complazcamos a nuestro ego, seamos nuestros propios gobernantes, pero tarde o temprano los días se acabarán, y el pecado no es compatible con la justicia, en algún momento nuestros malos actos nos acusarán, nos mandarán al frente y no sabremos como responder, no habrá pretextos, ni tendremos un abogado defensor. Mientras esta vida pasajera solo se enfoca en el materialismo, la superficialidad, los logros efímeros, que no estarán aquel día en la tumba, ni nos rescatarán .


En cambio, el Enemigo de nuestras almas habrá ejercido su dominio en nuestras vidas, pero cabe destacar que la responsabilidad se encuentra en cada uno .

Este no es un mensaje condenatorio o con fines de promover el miedo. Solo se enfoca en mostrar la condición humana, errante y desviada. 


 


También es necesario admitir que aunque nos apoyemos en nuestro propio conocimiento acerca del mundo que nos rodea, es notorio que todo lo que probemos en esta vida produzca vacío y carente de sentido real de propósito, imagínate que existes y te toca atravesar las adversidades de la vida, conocer a personas maravillosas, construir tu historia y cumplir con tus objetivos, para que luego tu tiempo finalice, dejes de existir, convirtiéndose el mar de tus recuerdos en un simple polvo, sin valor, ni trascendencia, sería irracional. 


Es por esto que insisto en que Jesús ocupa el rol de salvador y abogado, porque mediante él podemos llegar a ser totalmente justos a través de la fe, y ser resguardados de la perdición eterna, donde la presencia de Dios se apartará para siempre y ya no habrá una opción para acercarnos a él. Como dije, en Cristo tenemos abogado porque su sangre inocente fue remplazada por la nuestra que es vil y corruptible. Dios no envió a su amado Hijo a condenar a las personas sino a salvarlas, a sanarlas y hacerlas libres del dominio del pecado. Sin embargo, no se puede caer en el peligroso pensamiento de que la salvación es gratuita y listo, ya puedo continuar con mi vida y puedo hacer lo que desee, el punto crucial es venir ante Dios con arrepentimiento sincero y estar dispuestos a ser transformados por su Espíritu Santo, a la Imagen de su Hijo, que según muchos testimonios verídicos han cambiado para bien muchas vidas destruidas, porque Jesucristo fue y es el mejor modelo a seguir, alguien que no procuró por el mal de nadie, sino que entregó su vida voluntariamente para que muchos pudieran llegar a conocer a su Padre Celestial, entonces el objetivo es que se pueda evidenciar una conversión verdadera, en donde el fruto del Espíritu que produce amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe, mansedumbre, bondad y dominio propio se reflejen paulatinamente. En conclusión el regalo de la salvación es para atesorarlo y cuidarlo con temor y temblor, porque Jesucristo es el puente que conecta al ser humano con Dios. 


El Apóstol Pablo lo explicó de la siguiente manera: "Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús; y porque ustedes pertenecen a él, el poder del Espíritu que da vida los ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte. La ley de Moisés no podía salvarnos, porque nuestra naturaleza pecaminosa es débil. Así que Dios hizo lo que la ley no podía hacer. Él envió a su propio Hijo en un cuerpo como el que nosotros los pecadores tenemos; y en ese cuerpo, mediante la entrega de su Hijo como sacrificio por nuestros pecados, Dios declaró el fin del dominio que el pecado tenía sobre nosotros. Lo hizo para que se cumpliera totalmente la exigencia justa de la ley a favor de nosotros, que ya no seguimos a nuestra naturaleza pecaminosa sino que seguimos al Espíritu. Los que están dominados por la naturaleza pecaminosa piensan en cosas pecaminosas, pero los que son controlados por el Espíritu Santo piensan en las cosas que agradan al Espíritu. Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa les controle la mente lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz. Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están dominados por su naturaleza pecaminosa. Son controlados por el Espíritu si el Espíritu de Dios vive en ustedes. (Y recuerden que los que no tienen al Espíritu de Cristo en ellos, de ninguna manera pertenecen a él). Y Cristo vive en ustedes; entonces, aunque el cuerpo morirá por causa del pecado, el Espíritu les da vida, porque ustedes ya fueron hechos justos a los ojos de Dios. El Espíritu de Dios, quien levantó a Jesús de los muertos, vive en ustedes; y así como Dios levantó a Cristo Jesús de los muertos, él dará vida a sus cuerpos mortales mediante el mismo Espíritu, quien vive en ustedes. Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa, vivirán. Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre»". (Romanos 8: 1-15). 


Es momento que podamos analizar y evaluar en la situación en la que nos encontramos. Espero que este contenido pueda serte de gran bendición, y si quieres formar una relación con Dios, puedes realizar estos primeros pasos: Expresarle a Dios que recibes el regalo de la salvación y aceptas que Jesús sea el Señor y Salvador de tu alma, que te arrepientes genuinamente de tus pecados, que deseas entablar un vínculo con él, además puedes comenzar por leer el evangelio de Juan y continuar con el resto de los libros del nuevo testamento que te ayudarán a conocer más a Dios y aplicar sus enseñanzas, si algún día de animas puedes ir y formar parte de una comunidad cristiana que pueda enseñarte, fortalecerte y reconfortarte. No olvides que Dios te ama y eres muy importante. 

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